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jueves, 2 de septiembre de 2010

LAYLATU-L-QADR

Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim
Allahumma sally ‘ala sayyidina Muhammadin ‘abdiKa wa rasuliKa nabiyyi-l-‘umiyyi wa ‘ala ‘alihi wa sahbihi wa sallim taslima.

Hace un poco más de mil cuatrocientos años, un hombre puro, enamorado de Allah, se retiró a una cueva de la montaña, siguiendo los impulsos de su corazón lavado por los ángeles. Su anhelo era purificarse de toda asociación interior y dedicarse solamente a adorar al Señor de los mundos. Con escasas provisiones, permanecía en una cueva durante días, solo ?: No !. Le acompañaba Aquél Quien no está nunca ausente.
Su nombre era Muhammad, su linaje sayyidina ‘Ibrahim (‘alayhi-s-salam) en su rama hashimí.
Makka, lugar inóspito para los placeres de la vida, era, no obstante, un enclave magnífico para la meditación. El Templo de Abraham (la Casa de Allah) estaba allí con su soberana presencia, diciendo a todos y cada uno de los hombres puros de la época : « Limpiadme de todos esos ídolos que tanto disgustan a mi Señor ». Más allá, y justo encima de ella, en el séptimo cielo, se encuentra « Al Baytu-l-Ma’mun ». En ella, siempre hay setenta mil ángeles realizando el salat. Cuando terminan entran otros tantos, ninguno de ellos entra dos veces, y siempre está repleta. Cuan grande es la creación de Allah, y cuan pequeña comparada con Su Grandeza !
Una noche del mes de Ramadan, alguien vino a Muhammad, trayéndole las palabras de Allah. Qué acontecimiento !. Un hombre capaz de recibir lo increado, el Qur’an, traido por el Imam de los ángeles (sayyidina Yibril). Muhammad no se veía gran cosa, pero era puro, Allah le amaba, y por ello le confió el depósito más sagrado que El quiso dar a los mundos, el santo Qur’an.
Que noche más hermosa !, que día tan grande !. Si fuéramos conscientes de la grandeza de este día…
No podemos hacer otra cosa que dar gracias a Allah, día y noche, todos los días de nuestra vida, por este hermoso legado que Allah dió a este hombre llamado Muhammad.
Gracias Allah por Muhammad, gracias Allah por el Qur’an, gracias Allah por nuestra vida, gracias Allah por haber liberado a la Ka'aba de los ídolos que la deshonraban. Ahora permanece espléndida con Tu Soberana Presencia. Gracias Allah por Tu bendito Amor. Qué sabemos nosotros del Amor ? Si fuéramos capaces de captar el Amor de Allah, caeríamos fulminados como la montaña de sayyidina Musa, pues la Presencia de Allah es el Amor.
Los musulmanes agradecidos damos testimonio de que esta noche es mejor que mil meses (como Tú lo dices en Tu Libro). Damos testimonio de nuestro amor a Tí, a Muhammad, a su familia, a sus compañeros, a Tus Mandatos, prohibiciones y recomendaciones, damos testimonio de que esta bendita noche es el momento más precioso que podemos vivir en nuestras vidas. Oh Allah, acéptanos, sabes que somos imperfectos, sabes que somos pequeños y limitados. No obstante, a pesar de que sabes que somos todo eso, sabes, Oh Allah, que Te amamos con toda la fuerza de nuestro corazón.

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