Pretendes atraer a tu causa a Gazali – que Allah esté satisfecho de él - . Sin embargo, tus convicciones mismas excluyen totalmente la posobilidad de que ello te pueda dar alguna autoridad ! El, es un sufi, mientra que tu rechazas el sufismo.
Igualmente recurres a las palabras del Profeta – sobre él la gracia y la paz – transmitidas por Ibn Abbas – que Allah esté satisfecho de él – « Quienquiera que omite el ordenar el bien y prohibir el mal no cree en el Qur’an… », pero piensas tu que él no le reconoce fé alguna ? No, pues sino todo estaría terminado para la comunidad ! Es la fé perfecta la que le niega, aquella la cual resulta de la aceptación total y sincera del mensage ; esta fé particular, es descrita por numerosos hadices, como por ejemplo este : « Ninguno de entre vosotros tiene la fé hasta que desee para su hermano aquello que el desea para el mismo ».
En cuanto a la fé común, ella es de una simplicidad total como hemos visto precedentemente. Existe aún un célebre hadiz que nos la hace más accesible. Se cuenta que uno de los Compañeros debía liberar a un esclavo creyente. Vino pues, acompañado de una sirviente negra al Profeta – sobre él la gracia y la paz – queriendo que este juzgara sobre su cualidad de creyente. Habiéndola preguntado el Profeta – sobre él la gracia y la paz - : « Dónde está tu Señor » ?, ella respondió con su índice indicando al cielo. El Profeta dió testimonio de su fé y el Compañero liberó a aquella mujer. Citando Ibn Arafa, tu mismo confirmas que no es la fé en el sentido general la que es citada ; pues para este autor, la obligación de ordenar el bien y prohibir el mal incumbe a la comunidad en su conjunto y no a cada indivíduo en particular. He aquí que empiezas a edificar una fortaleza en torno del hadiz, después una ciudad entera a la cual causas demolición con esta cita de Ibn Arafa ! Uno se pregunta verdaderamente porqué encadenas estos hadices, cuya formulación parece mostrar que ello incumbe a cada uno de los musulmanes, si ello es para concluir después que la dicha obligación incumbe a la comunidad de una manera colectiva ! Y ahora dime claramente : porqué ibas a ser tú quien sería responsable de ello y no cualquier otro ? Ya que tu manifiestas veleidades a la hora de escribir, sabe que una simple acumulación de citas es inutil ; las referencias escriptuarias deben ser citadas a propósito y conformemente al buen sentido, y ello mismo es una forma de sabiduría de la cual El ha dicho – exaltado sea - : «Aquel a quien se le ha dado la sabiduría goza de un gran bien » (Coran 2-69).
En cuanto al hadiz que citas : « No es de los nuestros aquel quien no es misericordioso con los niños y no honra nuestros mayores », va en el mismo sentido de todo aquello que acabamos de señalar con respecto a la manera de ordenar el bien y prohibir al mal. Pero en vista de las referencias que has seleccionado, yo añadiría que, en un cierto sentido « los niños » simbolizan el común de los creyentes – pues ellos son humildes « pequeños », aún y cuando tuvieran muchos años -, mientras que los « mayores » representan la élite, independientemente de su edad. Se juzga a un hombre en virtud de su realidad interior y no en virtud de sus características físicas. Ahora comprendes mejor en qué el hadiz te concierne, pues tu, no has mostrado misericordia hacia los « niños », es decir, hacia los musulmanes en general ; en lugar de dirigirte hacia ellos con gentileza y dulzura, como un padre lo hace con su hijo, los has tratado rudamente y los has abrumado con tus reproches. Además no has honrado a los « mayores », es decir a aquellos quienes son fuentes de la sabiduría y pilares de la religión de esta comunidad ; denunciando sus pretendidos error e ignorancia, te has contentado en considerarlos como enemigos osando hacer referencia al hadiz relatado por Ibn ‘Abbas en el cual el Profeta dijo – sobre él la gracia y la paz – « Buscad el favor de Allah gracias a ciertos transgresores : cuando os cruceis con ellos, presentarlos un gesto severo ; buscad la satisfacción de Allah irritándolos ; y aproximaros de Allah alejándoos de ellos » (Kanz-al-ummal, 5585).
Asimilarlos a transgresores ! Por Allah, que imprudencia ! Como puedes tu aplicar tan fácilmente este hadiz a gentes que se reunen para invocar a Allah y practicar otras obras del mismo orden ?
En resumen, todas tus pruevas reunidas para mostrar que es obligatorio ordenar el bien y prohibir el mal no dan lugar a discusión. Es el sentido que tu das a la expresión « mal » la cual es altamente contestable, pues terminas por declarar por tal lo que es intrínsecamente un bien o, en todo caso, una realidad más próxima de la verdad que del error.
Debes estar seguro que es mejor para tí el equivocarte cuando buscas a reformar las prácticas religiosas de tus hermanos, antes que el que tus críticas se vieran justificadas. Ignoras que el honor de los musulmanes debe ser preservado, así como sus bienes y su vida ? Y ello por el simple hecho de que han pronunciado los dos testimonios de la Fé. Citas la risala de Ibn Zayd al-Qayrawani – que Allah esté satisfecho de él - : « Ordenar el bien y prohibir el mal son obligaciones que incumben a todos aquellos quienes ejercen el poder temporal o disponen de una autoridad cualquiera . Si es imposible actuar, se hará mediante la palabra, y si esto se revela igualmente imposible, se debe pensar en el interior » El autor se refiere aquí a un hadiz el cual me permito citar, caso de que no tuvieras conocimiento de él : « Aquel de entre vosotros quien es testigo de un mal debe oponerse a él por los actos, sino puede debe oponerse con la palabra, y si no puede debe oponerse a él en su corazón, y éste es el último estadio de la fé ». He aquí un excelente método para ordenar el bien y prohibir el mal ! Pero relatar de Ibn Arafa que el ordenar el bien y prohibir el mal no son sino una obligación colectiva no milita verdaderamente en favor de esta epístola que te has propuesto redactar. ! Pobre de tí ! Si solamente te hubieras limitado a citar los hadices que preceden ! Estos muestran claramente que ordenar el bien y prohibir el mal se impone a toda persona capaz de distinguir el bien del mal ; que lo lícito e ilícito son claramente identificables ; que es necesario abstenerse de juzgar en los casos ambiguos ; y que la manera de reaccionar contra el mal va necesariamente en función de los individuos, fuertes o débiles según los casos y las situaciones : quienquiera tiene la posibilidad de cambiar el curso de los acontecimientos, el detentor del poder político por ejemplo, debe actuar y no sustraerse a esta obligación (suponiendo que su poder sea real) ; los sabios musulmanes, quienes no tienen dicha función, deben oponerse por las palabras ; enfin, aquel a quien las circunstancias se lo impiden debe oponerse por el corazón, lo cual es le grado más débil de la fé como dice el hadiz.
Enuncias seguidamente algunas frases sin consistencia, afirmando que es « obligatorio conformarse a la Verdad, a la Tradición de Muhammad, y el seguir las huellas de los piadosos antiguos – que Allah esté satisfecho de ellos. Ellos tenían en efecto la costumbre de amar a los partidarios de la Tradición, de tenerlos en alta estima y de venerarlos, mientras que daban la espalda al contrario a aquellos quienes se extraviaban, no acordándoles ninguna importancia y detestándoles. Esta naturaleza estaba realmente anclada en ellos quienes, para alcanzar un grado elevado a sus ojos, era necesario manifestar la ortodoxia : aun un personaje poco recomendable no tenía otra solucción que el ser considerado como un partidario de la Tradición ».
En lo que concierne la obligación de conformarse a la Verdad, yo diría que es efectivamente de la más imperiosa necesidad, pero únicamente cuando se la conoce de una manera muy clara. Aquél quien « está en la duda » (Coran 50-15) y que « Satán ha golpeado violentamente » (Coran 2-275), cómo podría él conocer la Verdad ? Suponiendo que llegara a conocerla, ello no podría producirse sino por la intermediación de los humanos ; es pues imposible conformarse a la Verdad directamente, a menos, que Allah habra su visión interior y purifique sus pensamientos íntimos de toda baja sospecha al respecto de los Justos. El imam ‘Aly – que Allah ennoblezca su rostro – ha dicho : « No seas de aquellos quienes conocen la Verdad por mediación de los hombres, mejor conoce la Verdad directamente ; conocerás entonces a Sus gentes »
Describes a los piadosos antiguos como amantes de los partidarios de la Tradición. Pero, quién de entre aquellos que tiene la fé en Allah y en Su Profeta – sobre él la gracia y la paz -, no ama a las gentes de la Tradición ? No ha dicho el Profeta – sobre él la gracia y la paz - : « Quienquiera que no ama no tiene fé » ? Ignoras que los sufis, aquellos quienes tu acusas de error, ignorancia y extravío, han instaurado el amor como base de su Vía ? A menos – y Allah sabe más – que entiendas por gentes de la Tradición, a las personas de tu género y no a los musulmanes de una forma general ! Según los términos de tu prosa, los antiguos « rechazaban a las gentes quienes se alejaban de la Tradición, no les acordaban importancia alguna y los detestaban »
Hasta aquí, nada permitía identificar a estos adversarios de la Tradición, pero tu has especificado claramente : « como los sufis de nuestra época ». Leyendo ésto, me he dicho a mí mismo: « Ahí está! El bebé que el chayj acaba de dar a luz se pone a gritar! »
Este mal al cual tu haces alusión, objeto de toda tu epístola, está ahora claramente identificado : se trata del sufismo, calamidad de las más graves según tu ! Y todas estas tropezas que relaccionas seguidamente no son sino disgresiones, porque lo esencial de un ensayo figura en su introducción, a menos de suponer de que hubieras tratado de introducir tu epístola por una mención de los sufis a título de bendición : lo cual me sorprendería verdaderamente ! Finalmente, todo ese mal y todas las innovaciones reprehensibles a las cuales aludes quedan circunscritas a esta precisión : «como los sufis de nuestra época » ; fuera de ellos no hay pues nada de dañino de lo cual hubiera que preservarse. Dicho esto, ya que limitas tu crítica a los sufis de nuestro tiempo, no hubieras suscitado nuestra cólera, si te hubieras quedado ahí, pero veamos ! Has llegado incluso a citar las palabras de Turtushi, para quien la corriente del sufismo en general no es sino error, ignorancia y extravío. Pobre de tí ! Si solamente sus palabras no hubieran llegado a tus oidos ! Tu corazón habría podido quedar virgen de toda crítica concerniente a los guías espirituales del pasado, y Allah no hubiera tenido que juzgar sino entre tus contemporáneos y tu mismo.
El corazón de la ibada es la Mahabba li-l-Lah. Es pues la Mahabba li-l-Lah el único vehículo capaz de llevarnos hasta el noble fin de la unidad de los musulmanes en una doctrina común. Una sóla visión del Islam basada en los principios de nuestro Din y en el conocimiento de aquellos quienes como dice el Qur'an: "Ni los bienes ni el negocio les apartan del recuerdo de su Señor".
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