Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-rRahim
Allahumma salli ‘ala sayyidina Muhammadin ‘abdiKa wa rasuliKa nabiyi-l-‘umiyi wa ‘ala ‘alihi wa sahbihi wa sallim taslima.
Muhammad Ibn Abu Amir, más tarde malllamado "Al Mansur" un muchacho de Al Jazirata-l-Hadra (Algeciras), estaba destinado a cumplir un negro papel en la historia de Al-Andalus.
Al principio su anhelo era purificar las costumbres corruptas de aquella Córdoba jalifal. Abderrahman III, quien se proclamó jalifa a sí mismo, cometió uno de los más grandes errores de la historia confiando en el joven Muhammad.
Este joven, virtuoso al principio, se convirtió en un monstruo tal que llegó a asesinar a su propio hijo. Arrancó el poder al joven Hisham, traicionando la promesa dada a su padre de prepararle para ocupar el trono jalifal.
Fué el principal causante de la desintegración de Al-Andalus en taifas, y aunque no contribuyera a la formación de estas, fué el causante de la disolución de un jalifato, que, aunque probablemente no legítimo, propició una gran unidad entre los musulmanes de Al-Andalus.
Y ahora se repite la historia. Otros « Mansures » manchan la noble tierra de Al-Andalus, que tantos santos dió al Islam. Nos quieren vender a los judíos, a los cristianos y a los kufar.
Musulmanes de Al-Andalus, nuestra amada tierra necesita un Abderrahman a-d-Dajil para recuperar la unidad que su belleza merece. Nosotros debemos llamar a este Abderrahman con nuestros esfuerzos. Hombro con hombro, corazón con corazón, tenemos la obligación de expulsar a los Yusuf al Fihri y a los Mansures para liberar nuestra tierra de la hipocresía y la maldad. Todo ello por amor a Allah a Rasul (sala-l-Lahu 'alayhi wa sallam) y a nuestro hermoso Din.
La galiba illa-l-Lah
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