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viernes, 30 de diciembre de 2011

Pureza y puritanismo

Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim

Allahumma salli ‘ala sayyidina Muhammadin ‘abdika wa rasulika nabiyyi-l-‘umiyyi wa ‘ala ‘alihi wa sahbihi wa sallimu taslima 
 

Siguiendo el hilo de las últimas entradas sobre el salafismo y wahabismo, vamos a analizar una de las confusiones más dañinas que estas falsas doctrinas llegan a sembrar en el corazón de los musulmanes: La confusión entre la pureza y el puritanismo.

El concepto de puritanismo es de raíces judeo-cristianas, y designa un comportamiento consistente en mostrar una piedad hipócrita. Dicha piedad se manifiesta mediante la aplicación a actos externos aparentemente religiosos, mientras el corazón no busca otra cosa que el satisfacer la  mirada de las gentes sin importar si los actos realizados son aceptados o no por Allah.

El puritano busca siempre llamar la atención del público, así como la confrontación con los otros correligionarios, buscando por este medio “superarlos” en la realización de aquello lo cual él y los suyos han establecido como norma de comportamiento religioso. El puritano no es nadie sin las comparaciones ni los enfrentamientos con otros. Su “piedad” se encuentra pues anclada en las apariencias, y por consiguiente, desprovista de corazón.

Al igual que los antiguos pobladores diarios de iglesias, confesionarios, pilones de agua bendita de las iglesias, barbudos recitadores de la Tora con sus tirabuzones, los puritanos islámicos basan su rosario de actos “piadosos” en un reglamento establecido, el cual podemos encontrar en algunos libros de adoctrinamiento al efecto, así como en arengas vía CD o internet, donde el jatib salafi de turno apostrofa a la multitud de fervientes y excitados seguidores, sobre las acciones a cumplir y los sentimientos. Un sistema de Dawa verbalmente violento y agresivo acompaña al cumplimiento de las virtudes puritanas, para así hacer un todo completo del Muslim “exteriormente piadoso”. Una piedad de cartón piedra, la cual se transforma en orgullo cuando los adeptos encuentran algún blanco sobre el cual disparar toda la sarta de improperios los cuales han sido reservados con mucho celo para una tan señalada ocasión.

Eso sí, si el blanco elegido conoce más hadices y ayats del Qur’an, y las sabe comprender y aplicar mejor que ellos, huyen de él como si fuera la peste, y ni siquiera le mencionarán, no sea que algún desavisado pueda conocerle, escucharle y escapársele de las manos. Insultan a los musulmanes quienes no se encuentran delante. Injurian  y calumnian a los verdaderos sufís, poniendo el ejemplo de los seudosufis y queriéndolo aplicárselo a los primeros. Esta artera actitud delata el corazón falso de esta gente, quienes afortunadamente son delatados por el siguiente hadiz:

Lo que más le gusta al Shaytan es el mezclar la mentira con la verdad.

Por supuesto, cuando ven a un sufí verdadero se cambian de acera, al igual que el Shaytan de sayyidina Umar – que Allah esté satisfecho de él – se cambiaba de acera cuando le veía venir.

Cuando estás rezando en filas se pasan más tiempo en corregir las posturas de los otros que en hacer el salat con la debida atención.

No digamos nadas de las tiendas puritanas, donde como fetiches se venden todos esos libros y CDs adoctrinantes, esos hiyab negros con guantes incorporados, esos babis para hombres que hacen juego con una barba larga y ancha, en fin todos esos símbolos de una vida “devota” volcada al espectáculo teatral llevado a las calles: El “Din de la larga barba y el color negro”

Los intermediarios de los que ellos niegan el “tawassul” han sido sustituidos por AlBani y Abdul Wahab. De hecho, en realidad, ellos escogen a estos dos como intermediarios ante Allah, pues ellos han inventado una doctrina nueva, la cual nunca antes había salido a la luz. Siguen a Albani y Abdul Wahab, pero no siguen a Rasul, pues ambas cosas son incompatibles la una con la otra.

Y ¿cómo no? Los “hadices” inventados. Antes de escucharnos, y no os digo como respondimos a esto, alguno de ellos nos dijo que las mujeres se vestían así de negro porque Rasul – sobre él la plegaria y la paz – había visto a mujeres así vestidas en el Yanna cuando realizó el Mi’ray (ascensión celeste). Dijo Rasul:

Aquel quien diga algo que yo no he dicho que se prepare para el Yahannam

Nada que ver con la verdadera pureza, la cual exige del musulmán que en lugar de que vigile demasiado los actos externos, vigile las intenciones las cuales se encuentran en su corazón.

Nada se vé en esta gente de las marcas de la verdadera piedad: husnu-d-dan (bien pensar), sinceridad, desprendimiento, mesura en las palabras y actos, generosidad, valentía de corazón, inteligencia y sobre y ante todo, nada se ve de humildad en ellos. Hadiz:

El orgullo es el pecado del Shaytan
Ciertamente Allah no mira ni vuestros cuerpos ni vuestras apariencias, sino que mira vuestros corazones. (Sahih Muslim) 
Salam




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