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sábado, 6 de octubre de 2012

Sidi Abderrahman Bedran - sus amigos y enemigos - II

Vamos a seguir con nuestra historia de Abdurrahman Bedran y su grupo, repitiendo pues nunca está de más, que nuestra única intención es el poner a los musulmanes a salvo de las sectas.


…Pronto, debido a esa pertenencia al islam, llegaron los estudios del Qur’an y los hadices; así mismo se comenzaron a traducir del francés libros escritos por las más eminentes figuras del sufismo.

Tres años de intenso estudio, durante los cuales abandoné mi carrera para dedicarme exclusivamente a él y al trabajo con el cual me ganaba el sustento, me bastaron para darme cuenta de lo falso e inconsistente de la doctrina guénoniana. Pero, ¡qué curioso, que este solamente fue mi caso!

Estudiando el Islam, el cual ponía en evidencia el carácter sagrado de las relaciones humanas, donde todo musulmán debe ser considerado un hermano y donde se encuentra absolutamente prohibido abusar de él, uno podía fácilmente darse cuenta que nuestro amigo Guénon nos invitaba a considerarles como vulgo descalificado, no-apto, salvo en casos verdaderamente extraordinarios, para seguir una vía espiritual. Había pues que considerarlos como personas desprovistas de inteligencia, y poco menos que de humanidad.

Pedro el getafense era de esta opinión, es decir: él era el cualificado, detrás de él pero por debajo en la escala se encontraba probablemente Yahya el gallego y unos dos más; los demás éramos vulgo necesario; servíamos para relleno así como para recibir reprimendas “primordiales”.

Esto envenenó el grupo. Temiendo sediciones de todo tipo, Pedro pronto se hizo rodear de un grupito de espías fieles los cuales se encargaría de ir de casa en casa a fin de pulsar el estado de ánimo de la tropa. Pronto empezaron las intrigas, los abusos, las entradas innobles en la vida de célibes, matrimonios y familias. El nuevo faraoncillo, Pedro el getafense pronto se vio rodeado de un departamento de información, desde el cual se vigilaba, controlaba y traicionaba a cualquiera. También de ese departamento y por deseo expreso del capo, se organizaban insidias las cuales los delegados procuraban hacer entrar en las familias.



Manteneos alejados de la duda, ya que la duda es la palabra más deshonesta, y

no os espiéis y no sondeéis (en los asuntos de otros) y no os odiéis

unos a otros, y sed hermanos entre sí

(Bujari / Muslim)



Por no hablar del aparato de inquisición, montado precisamente para detectar ideas las cuales no pudieran ser controladas.

A esto se unió la disidencia de Yahya el Gallego con su pequeño grupo, en el cual de momento no eran necesarias esas actitudes de control, aunque con el paso del tiempo y los acontecimientos, llegaron y se manifestaron con otro estilo, aunque con no muy diferente talante. Yahya el gallego había sido más listo que su contrincante, pues él solamente buscaba a aquellos quienes gozaban de una posición económica favorable. ¿Para qué preocuparse de un vulgo que nada podía aportar?

Es de notar que las insidias torpes y bastas de Pedro el getafense solamente podían ser aguantadas quienes por circunstancias de la vida, habían debido trabajar dentro de la disciplina de una empresa y no como funcionarios de la enseñanza. Estos últimos estaban acostumbrados a que nadie les controlara.

Así pues, nos encontrábamos delante de una estructura castrense la cual tomaba como base la posición social de los componentes. Quien era soldado en la vida civil, lo era en el grupo y quien era jefe lo era también del grupo.

Pero ¿qué pensaba Abderrahman Bedran de todo eso? Un funcionario, director de la pequeña Cámara de Comercio de Tlemcem, acuciado económicamente por tener cargo de su familia de ocho hijos en un país bananero-socialista donde los salarios eran de risa.

Abderrahman Bedran estaba harto, cansado y hastiado de Pedro el getafense y de Yahya el gallego, como así hizo saber a sus amigos más cercanos. Había aceptado una responsabilidad y no veía frutos en su trabajo. Es más, su chayj había fallecido en Marzo de 1979 y se había quedado solo ante estas circunstancias.

Pronto, un servidor, comenzó a sacar los pies del tiesto. En 1984, procuré organizar un viaje a Tlemcem en silencio para que nadie lo supiera. Pero por el motivo que fuere, los mastines de Pedro el getafense se enteraron de mi movimiento. Como el permiso ya lo había yo pedido a sidi Abderrahman para la visita y el viaje por tanto no podía ser anulado son escándalo, Pedro envió a tres mastines de guardia de viaje a Tlemcem conmigo.

Una vez en casa de sidi Abderrahman y habiéndole informado de las circunstancias las cuales acabo de explicar, estoicamente, delante de los otros tres me dijo: “La próxima vez vienes tu solo y no vienes con estos”.

Sidi Abderrahman había encontrado un incipiente aliado, el cual, aunque joven e inexperto, podría convertirse con el tiempo, el resultado de su trabajo y de su paciencia.

Al año siguiente, sidi Abderrahman se alojó unos días en casa de Yahya el gallego. Hay que decir que una zawiyya no terminada se encontraba en construcción y que en aquellos momentos la otra opción posible era el hotel.

Pero Yahya el gallego quiso aprovechar la circunstancia y limitar y controlar las visitas al maestro. En dos ocasiones me encontraba hablando con sidi Abdurrahman, cuando con cualquier excusa pasaba a husmear y sidi Abderrahman había de decirle: “Te he dicho en varias ocasiones que cuando estoy hablando con Abdul Karim no pases a molestarnos.”Mientras, aprovechando que la ventana estaba entornada pues era verano, se podía ver como una cierta señora estaba apostada al lado a fin de pasar noticias a su jefe y capo Pedro.

Tan cansado estaba que el último día de estancia hablo de la historia de un sultán quien había encerrado a un waly en prisión, obligándole a enseñarle la doctrina.

Me despedí de él diciéndolo que en dos meses iría a visitarle a Tlemcem, teniendo detrás de mí una veintena de ojos clavados en la escena y porque no, algún radio-casete para grabar las palabras.

Por ello salió al jardín y me llamó. Nunca se me había manifestado así, diciéndome:

Abdul Karim: tal vez tu sabes mejor que yo que le pasa a esta gente y cuales son sus pretensiones. Pero, aunque sean así no hagas problemas con ellos y si tienes algo me lo dices a mí. Mi casa está abierta para ti, ven cuando quieras.

Yo le contesté: “Sidi, usted los conoce mejor que yo; en cuanto a mi comportamiento puede estar usted tranquilo”.

Continuará y será con unos ejemplos de manipulaciones, robos y vejaciones "primordiales", los cuales fueron y son (como ya explicaremos) los hábitos propios de las secta satánicas antes bien que de un grupo de musulmanes, mucho menos de fuqara'.
Así comprenderemos el significado de las palabras del chayj al-Alawi:

"Entre los componentes de las tariqats y de esta tariqa, existen fuqara' dayyal".

También hablaremos, como no, en entradas posteriores, del carácter de Abderrahman y de su ascendencia espiritual.

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