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jueves, 16 de febrero de 2012

El chayj "incauto"

Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim

En entradas anteriores hemos puesto en guardia contra los falsos guías (shuyuj) y los peligros que conlleva el hecho de haber escogido mal aquella persona de la cual debemos aprender, sea en el dominio del fiqh, sea en el dominio de la espiritualidad. Es cierto que en el estudio de cualquiera de las ramas existentes en el Din del Islam es necesaria la guía de una persona quien haya pasado precedentemente por todas las etapas las cuales nosotros estamos obligados a recorrer. Ahora bien, el Chaytan está apostado en el camino de Allah para robarnos, si le es posible, el derecho a avanzar en seguridad por dicha vía. Cual ladrón, asaltante de caminos, nos espera a que iniciemos nuestra andadura para desviarnos a través de sus métodos de convicción: la sugestión y el alago de nuestro ego.

¿Qué mayor astucia pues que vestirse como santo y esperar que uno a uno todos los caminantes vayan cayendo en su trampa? ¿Quién puede resistir a la tentación de un hombre cuidadosamente vestido (como un Profeta), gesto medido al milímetro y palabras falsas mezcladas con verdades, expresadas con una falsa dulzura y una sonrisa angelical? ¿Quién va a resistir a la propaganda vertida sobre alguien quien pretende ser el más grande sabio del tiempo? Curiosamente, no solamente uno ni dos dicen esto de sí mismos o lo dejan decir a sus discípulos. ¿Qué discípulo puede resistirse pues a la tentación de encontrarse en la élite de la élite y ser uno de los mejores seres del universo?

 He aquí la propaganda la cual circula siempre alrededor de los falsos chuyuj, quienes son ayudados sin reservas por los medios de distribución informativa, sus falsas poses y un apoyo sin límites por parte de los seguidores.

 Desdichadamente la figura del hombre con el maletín dada por los testigos de Jehová se ha extendido ahora al Islam hasta el punto de convertirse en una moda perniciosa.

Pocos van al centro del asunto con todas las consecuencias y auscultan a dichos chuyuj a fin de averiguar ante todo si son verdaderos o falsos. Y sin embargo, esto último es un derecho que tiene el aspirante, y sobre todo un deber, afin de saber cuál es la responsabilidad que está tomando, pues él es el único responsable de sus actos frente a Allah.

 Dijo Rasulu-l-Lah:

En los últimos tiempos habrá gentes cuyas palabras serán como las de los ángeles y sus corazones como el de los lobos

Estamos en estos tiempos. Debemos ser cautos con las bellas palabras y auscultar las obras de aquellos quienes las pronuncian; analizar si sus hechos se corresponden a sus palabras en toda situación.

Sin embargo, puede darse el hecho de que alguien con toda su sinceridad pudiera caer en las fauces de uno de estos lobos, y digo lobos porqué: ¿qué mayor pecado que mentir en el camino de Allah? ¿Qué podría pues pasar a dicho incauto quien a pesar de toda su sinceridad pudiera ser engañado? He aquí una historia el efecto de un hecho acontecido hace algunos siglos:

Un aspirante a la Vía espiritual oyó hablar de un chayj llamado Mansur. Dicho chayj tenía su zawiyya en lo alto de una montaña y allí moraba rodeado de discípulos.

Así pues, nuestro aspirante se dispuso a dejar su trabajo para ir a encontrar al chayj y practicar bajo su guía la invocación a Allah – subnanahu wa ta’ala -. Llegado a la comarca donde se encontraba la montaña en cuya cima moraba el chayj, preguntó a un transeúnte sobre la zawiya del chayj Mansur. Este hombre le engañó y lo que hizo fue darle la dirección de otro hombre llamado Mansur quien vivía a medio camino entre la llanura y la cima de la montaña. Dicho Mansur era un mal hombre y en cuanto el aspirante llegó a su casa ofreciéndose para ser guiado, se presentó a sí mismo como el propio chayj.

Se aprovechó de él haciéndole cargar con duros trabajos, únicamente para su beneficio personal. El discípulo confiado se decía para sí mismo: “si el chayj me hace pasar por esto es que mi nafs es dura y necesita de mucha disciplina para someterse a la Voluntad de Allah” – Pobre hombre: el falso chayj le hacía cargar con pesadas piedras, construir para él, cuidar de los animales y realizar los trabajos del campo. Y las cosas continuaron de esta guisa durante algunos años.

A todo esto, el verdadero chayj Mansur, seguía en su zawiyya sin que aparentemente le hubieran llegado noticias de estos hechos. El chayj Mansur enfermó de su última enfermedad. Estando en las puertas de la muerte sus discípulos se acercaron a él y le preguntaron quién le iba a suceder después de que él dejara este mundo. La respuesta del chayj Mansur sorprendió enormemente a todos sus discípulos. Dijo:

“He estado con vosotros varios años enseñándoos la tariqa, pero vosotros sois duros de corazón y poco habéis aprendido. Sin embargo, cerca de nosotros, en casa de Fulano se encuentra mi heredero. El se ha sometido a Allah con todo su corazón y Allah le ha gratificado con su conocimiento.”

Y diciendo esto les dio las señas del falso chayj, donde se encontraba ese hombre quien había realizado por Allah los más desagradables y duros trabajos que uno pudiera imaginar.

Una vez fallecido el chayj, los discípulos todos, a una fueron a buscar al nuevo chayj y le hicieron trasladarse a la zawiyya para ocupar el lugar dejado por su antiguo maestro.

Y he aquí  como el incauto llegó a ser un chayj.

Salam


3 comentarios:

  1. As-salamu aleykum:

    Entonces ¿Cuantas zawiyahs van a hacer falta para acoger a tanto ingenuo humilde y voluntarioso?
    Solo una broma.

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  2. Wa 'alaykum a-s-salam:

    La pregunta de la temporada, querido profesor. En los tiempos antiguos habían muchas zawiyyas porque habían muchos sufis y todos o casi todos los shuyuj eran verdaderos, así como muchos discípulos eran también verdaderos. Ahora la aspiración espiritual, salvo en casos muy concretos, se ha convertido en otro tipo de aspiraciones más mundanales. Encontramos grandes edificios vacíos de conocimiento y a los que poseen dicho viviendo de incógnito entre las gentes. Estos tiempos son así: ver una bella zawiyya con un chayj verdadero dentro se ha convertido en algo añejo, recuerdo de tiempos de leyenda. Salam

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