A-s-salamu 'alaykum:
Un hombre mu’min, justo y temeroso de Allah, ya mayor, se encontraba realizando un pequeño viaje acompañado de su hijo, todavía un muchacho.
Llevaban una sola montura, Iba el hombre montado y el muchacho caminando a pie, cuando he aquí que en el camino se les cruzó un progresista. Se saludaron informándose el uno al otro sobre su trayecto y destinos correspondientes. Al final de la conversación, el progresista dijo para sus adentros : - Debo acabar con esa forma tradicional de hacer las cosas, pues es para eso que he venido aquí. - Entonces se volvió hacia el mu’min hablando de esta guisa :
-No te parece vergonzoso viajar montado mientras que tu hijo va de pie, siendo aún un muchacho ? Te conmino en nombre del ateismo y el feminismo a que te bajes de la montura y des los derechos a tu hijo. Hermano, no sabes que dan una subvención por ello ?-.
El mu’min, hombre muy bien pensado, quien no tenía idea alguna de que era eso del ateismo y feminismo, aceptó el consejo, pensando que le había sido dado con buena intención.
Así pues, padre e hijo continuaron el camino, esta vez con el hijo sobre la montura y el padre caminando con una mano en las riendas.
De repente se cruzaron con un haramista quien les habló de esta guisa:
-Haram hermano de tener una montura tan buena y no aprovecharla. Anda sube tu también y viajad los dos montados, y no olvideis de ir a la mezquita a rezar, pues es haram rezar en cualquier otro sitio-.
El hombre se dijo : - Tiene razón este hombre, porqué no aprovechar la montura al máximo ?. Y a partir de ahí los dos continuaron el viaje montados sobre el jumento.
Caminaron un tiempo de esta manera, hasta que encontraron a un político, quien, después de los saludos de rigor y las preguntas mutuas y pertinentes a su viaje, preguntó a nuestro mu’min, porqué iban ambos subidos a la misma montura.
Nuestro mu’min le relató todo lo acontecido hasta entonces. A todo esto, el político, quien al final del viaje del mu’min había decidido de ofrecerle una suma de dinero por la montura le dijo :
Sabes de donde venían los dos viajeros que encontraste ?, porque no te han dicho la verdad.
El mu’min dijo : -Pues no lo sé, sé únicamente lo que me contaron-.
A esto continuó el político : - El progresista, venía de un congreso para acercar posturas doctrinales con los judíos. Mientras que el haramista venía del mismo congreso, donde estuvo para vender unos barriles de petróleo a los sionistas. Así pues, bajad ambos del caballo porque estais sobrecargando al animal-
El mu’min y el hijo bajaron del caballo y caminaron durante un día hasta llegar a su destino. La montura fresca y padre e hijo agotados, entraron en la ciudad. Allí estaba esperando el político, para una vez la montura descansada, y su dueño agotado, ofrecerlos un precio por el animal, siendo este precio ostensiblemente inferior al del mercado.
A esto el mu’min reaccionó. Recordó su encuentro con el progresista, el haramista y el político durante el viaje y dijo para sus adentros :
Progresistas y haramistas
Amigos de los sionistas
Y de los políticos ni te cuento.
Realizó sus asuntos en la ciudad y partió de ella tal y como había salido de su casa, es decir, él montado y el hijo a pie.
Salam
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