Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim
Allahumma salli ‘ala sayyidina Muhammadin ‘abdika wa rasulika nabiyyi-l-‘umiyyi wa ‘ala ‘alihi wa sahbihi wa sallimu taslima
Ante todo ‘Aid mubarak a todos.
Es este día una jornada de júbilo y regocijo. Allah ha constituido de él un día de fiesta para nosotros, y debido a esto debemos mostrarnos en él con las mejores galas de nuestro buen carácter y nuestros mejores vestidos. Transmitamos a nuestros hijos, a nuestros padres, esposas y esposos y a nuestros amigos a través de un rostro radiante de alegría, la importancia de este día. Guardemos para este día bendito las mejores palabras las cuales podamos pronunciar. Sin embargo, no olvidemos una cosa de una enorme importancia.
¿Cuás es el significado de este día? ¿Porqué Allah ha constituido de él una fiesta cuyo origen es el acontecimiento del intento de sacrificio de sayyidina Ibrahim sobre su hijo Isma’il – sobre ambos la paz –?
Es este día del ‘Aid una fiesta puesto que en él se significa el triunfo de la sumisión a Allah – exaltado sea -, sobre el apego a nuestra nafs. Allah, sabiendo el amor que sayyidina Ibrahim profesaba a su hijo Isma’il, le exigió el mayor sacrificio el cual se podría pedir al amante padre: Degollar a su hijo, hijo este que Allah le había concedido en su vejez, cuando Ibrahim había casi desistido el hacerse a la idea de tener descendencia.
La mano de sayyidina Ibrahim no tembló; no tembló porque su corazón se hallaba firmemente constituido en el amor de Allah, amor éste superior a aquel el cual podemos profesar a una criatura cualquiera, aunque fuere muy querida para nosotros. Tal era la firmeza del corazón y la mano de nuestro amado profeta Ibrahim quien en su camino, habiendo sido tentado por el Chaytan – lapidado sea - para hacerle desistir del mandato divino, le apedreó, no solamente una vez, sino siete. ¡Qué grandeza de espíritu la del Jalil!
Pero Allah, nuestro bien amado y Misericordioso Señor, satisfecho del gesto de nuestro Ibrahim, envió al ángel a fin de poner una barrera entre el cuchillo y el cuello de su amado Isma’il – sobre él la paz-. Diole Allah en su lugar una víctima pura: un carnero bajado del cielo. Y nuestro amado Ibrahim pudo recuperar a su Isma’il con el corazón plenamente tranquilo por haber cumplido con el deber del amante hacia el bien amado: Allah – subhanahu wa ta’ala.
¿Podemos ahora darnos un poco de cuenta de la grandeza de estos acontecimientos?
Nuestro Aid hermanos, nuestro verdadero ‘Aid, será aquel día en el cual podamos dar cumplimiento al sacrificio de nuestra nafs, sometiéndola a la Voluntad de Allah, y ello por amor, pues es esta la más noble de las cualidades que adornan el corazón del creyente. Cumpliendo así plenamente con la palabra del Profeta:
Morid antes de que os llegue la muerte
Si hermanos, este es verdaderamente el ‘Aid, su sentido profundo. Una vez muertos, lavados y enterrados a los deseos de nuestra nafs, podremos celebrar el ‘Aid de la aceptación de nuestro Señor. Es en este momento que una prosternación (suyud) es un acto verdadero de aniquilación total ante la Voluntad de nuestro amado Allah, Voluntad la cual no desea sino nuestro bien.
¿No hemos aún aniquilado los deseos de nuestra nafs? Si ello no es así, entonces, celebrad el Aid como Allah lo ha ordenado, sacad todo lo mejor de vosotros, perdonad a vuestros ofensores, abrazad a los vuestros con amor, pero cuando vayáis a sacrificar el cordero, pensad que hacéis esto para purificar vuestra nafs y sacrificarla a Allah. Si no podemos sacrificarlo todo, entonces hagámonos la intención de sacrificar al menos una cosa a la que estemos especialmente apegados y ofrecerle este sacrificio a nuestro amado Señor Allah, Al Aziz al Hakim.
Y ahora os presento algunas anécdotas de la vida de dos de aquellos quienes, sin ninguna reserva, sacrificaron su nafs a Allah y la sometieron totalmente a Él: Yafar Sa’diq y Hassan al Basri – que Allah esté satisfecho de ellos:
En una ocasión Ya’far Sadiq preguntó a Abu Hanifa: ¿Qué es un hombre razonable? – Aquél – respondió éste – quien es capaz de distinguir el bien del mal – Pero, dijo Sadiq, los animales también lo saben hacer - ¿Quién es pues el hombre razonable? Preguntó Abu Hanifa – Es aquel quien, entre dos cosas buenas, sabe reconocer la mejor y que es capaz de discernir el peor entre dos males.
Hassan al Basri era hijo de una sirvienta de Umm Salama, una esposa del Profeta – sobre él la plegaria y la paz -. Se crió pues Hassan en la casa del Enviado de Allah.
Un día, Hassan, estando en la casa de Umm Salama, bebió agua del mismo odre del cual se servía el Enviado de Allah – sobre él la plegaria y la paz - . Habiendo llegado el Profeta a la casa, preguntó quien había bebido del agua de aquel odre. Habiendo respondido Umm Salama que se trataba del pequeño Hassan al Basri, dijo: “Tanta agua como ha bebido de este odre, tanta ciencia mía le será concedida”.
Una vez el Enviado de Allah, habiendo venido a casa de Umm Salama, hizo sentar a Hassan en su regazo e imploró sobre su cabeza las bendiciones de Allah. Es gracias a esta plegaria que el Señor acordó a Hassan al Basri un rango tan elevado.
Hassan al Basri decía una jutba una vez por semana en la cual daba consejos al pueblo. El día en el cual debía pronunciar dicho sermón, si Rabi’a Adawiyya no se encontraba presente, descendía del púlpito y no hablaba. Alguien le dijo: “Chayj Hassan, fíjate cuantos notables se encuentran aquí presentes, cuantos ricos y poderosos; porque una vieja mujer no se encuentre aquí, ¿es ello una razón para que no digas tu sermón?”. Hassan al Basri, entonces respondió: “El brebaje que preparamos para el estómago de los elefantes, no podría pasar por la garganta de las hormigas”.
En una ocasión le fue preguntado en qué consiste el islamismo y quiénes son los musulmanes. “El islamismo está en los libros, los musulmanes sobre la tierra” – Pero, se le preguntaba entonces, ¿cuál es la raíz de la religión?- El respondió: “La abstención de toda mala acción y el temor de Allah Altísimo. Y estas dos condiciones esenciales son viciadas por la permisividad”.
Un día el jalifa Umar Ibn Abdu-l-‘Aziz – qué Allah esté satisfecho de él - , envió una carta a Hassan al Basri en la cual le pedía un consejo para él. Hassan al Basri le respondió: Oh Abdu-l-Aziz, si Allah Altísimo está contigo, ¿entonces qué temes?, y si El no está contigo, entonces ¿en quien puedes tu poner tus esperanzas?
Un personaje venerable contaba: “Una noche, al alba, me dirigí a la puerta de la mezquita que frecuentaba Hassan al Basri, para hacer allí la plegaria. Vi que la puerta estaba cerrada, pero se podía escuchar a Hassan al Basri realizar invocaciones a las cuales numerosas personas respondían Amin. Me senté al exterior hasta que la aurora brilló. Entonces, posé la mano sobre la puerta, la cual se abrió dejando ver a Hassan al Basri sentado completamente solo. Terminada la plegaria, le pregunté sobre quienes respondían Amin cuando realizaba las invocaciones. – Sabe, me respondió, que cada viernes, los genios vienen a que les dé una lección para iniciarse en la ciencia; y cada vez que yo pronunció una invocación, ellos dicen Amin.
Hassan al Basri decía: El hombre necesita una instrucción sólida y práctica; más aún, una buena conducta conforme a su instrucción; después tres cosas las cuales van a la par con esta instrucción y esta conducta: 1) La sinceridad; 2) la paciencia; 3) la moderación en los deseos. En aquel en quien estas tres condiciones se encuentran presentes sus esperanzas no serán nunca frustradas; él tendrá su parte en la Misericordia del Señor Altísimo.
Decía aún: “Los corderos prestan más atención que los hombres, pues cuando el pastor les llama, ellos cesan de pastar, mientras que los hombres, aunque hayan escuchado en numerosas ocasiones las advertencias del Señor Altísimo, no se retienen de hacer el mal, proviniendo dicho mal de las malas compañías”.
Hassan al Basri decía aún: “Un día que me encontraba en la terraza de mi casa, oí la voz de la mujer de nuestro vecino decir a su marido: “He aquí que hace cincuenta años que estoy en tu morada, siempre de buen talante, tanto en la abundancia como en la indigencia. Ya haga frío o calor, te he servido fielmente, sin nunca pedirte nada. He conservado intactos tu nombre y tu honor. Nunca me he quejado a nadie de ti; pero hoy no puedo soportar el verte tomar otra mujer y el que te comportes con ella con familiaridad.” Oyendo estas palabras, fui tomado por una dulce emoción y rompí a llorar. En la palabra sagrada (Qur’an) el Señor Altísimo dice:
Es cierto que Allah no perdona que se Le asocie con nada (4-115)
Decía aún: “Hay tres clases de personas de las cuales se puede hablar mal en su ausencia sin que ello sea maledicencia: 1) Los prevaricadores; 2) aquellos quienes no hacen distinciones entre lo lícito y lo ilícito y que marchan al viento de sus deseos desordenados; 3) los opresores. Cuando uno tiene la desdicha de haber hecho a alguien blanco de su maledicencia, entonces debe pedir frecuentemente perdón a Allah”.
En una oración supererogatoria él decía: “Allahumma, me has acordado gracias, y yo no te he agradecido. Me has enviado pruebas, y yo no las he soportado con paciencia. Tú no me has retirado Tus favores por haber faltado de reconocimiento y me has suprimido las pruebas viendo que me faltaba la paciencia. ¡Allahumma, cuan grandes son Tu generosidad y Tu misericordia!”
Malik Dinar preguntaba a Hassan al Basri cuál es el fin más triste para un sabio: “La peor desdicha para un sabio, respondió, es que su corazón muera y se quede en las tinieblas.” – Y esto, respondió Malik Dinar, les pasa a los sabios por su exagerado amor a este mundo.
Cada vez que Hassan al Basri hacía una invocación, Habib Adjami, levantando el bajo de su yilaba se quedaba de pie y decía: “Veo la misericordia del Señor Altísimo cayendo plenamente de lo alto del cielo.”
Un día le dijeron en tono de reproche: “Oh chayj, nuestros corazones se han aletargado por el sueño y no se despiertan por tus palabras” – “¡Ah! Quisiera Allah que solamente estuvieran dormidos!” Exclamó. “A quien está dormido se le sacude y se despierta; vuestros corazones están muertos; y he aquí porqué aunque se les sacuda no se despiertan nunca”.
Hassan al Basri dijo a Zahir Yabir: “Hay tres cosas que no debes hacer: 1) guárdate de tener relaciones con los reyes; 2) no te quedes nunca solo en compañía de una mujer; 3) no prestes oído a las palabras de los demás; no vayas recogiendo dichos de todas partes”.
Hassan al Basri decía aún: “La meditación es como un espejo en el cual cada uno de aquellos que la practican, examinando su estado, ve reflejados delante de él sus virtudes y sus vicios.”
Salam
salam ´aleicum
ResponderEliminarQuedo profundamente agradecido por este escrito.Me ha llamado la atención este parte del texto:
Hassan al Basri decía aún: “Un día que me encontraba en la terraza de mi casa, oí la voz de la mujer de nuestro vecino decir a su marido: “He aquí que hace cincuenta años que estoy en tu morada, siempre de buen talante, tanto en la abundancia como en la indigencia. Ya haga frío o calor, te he servido fielmente, sin nunca pedirte nada. He conservado intactos tu nombre y tu honor. Nunca me he quejado a nadie de ti; pero hoy no puedo soportar el verte tomar otra mujer y el que te comportes con ella con familiaridad.” Oyendo estas palabras, fui tomado por una dulce emoción y rompí a llorar. En la palabra sagrada (Qur’an) el Señor Altísimo dice:
Es cierto que Allah no perdona que se Le asocie con nada (4-115)
Amar a nuestra familia más que al creador es una forma de asociación, y eso sucede más a menudo de lo que parece...¿No es así?.
Salam
A.as
A-s-salamu 'alaykum:
ResponderEliminarEn realidad es que Hassan al Basri, escuchando a la mujer, entendió como si Allah le estuviera hablando a él personalmente. Por eso lloró, pensando que Allah no quiere ser asociado a otro en el amor el cual se le debe profesar.
Salam
salam ´aleicum
ResponderEliminarEntiendo, es magnífico,
a.as