Nuestro hermano y amigo Abu Bakr Conejo, desde Sevilla, ha escrito y nos ha enviado este bello testimonio del Cáracter del Profeta - sobre él la plegaria y la paz - .
MUHAMMAD RASUL ALLAH
Muhammad Rasul ALLAH era el más bondadoso de los hombres, el más valeroso, el más justo y el más prudente.
Sus manos jamás rozaron a una mujer que no fuera su esposa o perteneciera a su familia.
Era el más generoso y el más noble.
No llegaba la noche sin que se hubiera desprendido de lo que tuviera algún valor; no volvía a su casa hasta no haber entregado el último dirham o dinar que llevase consigo. S. Bilal (رحمه الله) lo encontró una noche a altas horas de la madrugada en la mezquita, y Sayidna Muhammad le dijo: “No puedo descansar con mi gente, tengo un dinar y todavía no he encontrado quien lo necesite”. Sólo volvió a su casa cuando se hubo librado de la última moneda.
Únicamente guardaba el alimento que necesitaba para un año, y era lo que con más facilidad podía encontrar: dátiles, cebada. Y de lo que guardaba daba a los demás; muchas veces se le acababa lo que tenía antes de que se cumpliera el año. Lo demás lo esperaba de ALLAH (سبحانه وتعالى).
Remendaba sus sandalias, sus ropas, y ayudaba a su familia en los menesteres de la casa.
No fijaba su mirada en el rostro de nadie y acudía a donde se le invitara, ya fuese la casa de un rico o de un pobre, de un esclavo o de un hombre libre.
Aceptaba los obsequios, aunque fuera un sorbo de leche, pero rechazaba las limosnas.
Atendía a los esclavos y a los mendigos, y se enfadaba cuando se ofendía a ALLAH (سبحانه وتعالى), pero no cuando lo injuriaban a él .
Cumplía lo que era justo aunque fuese contra él y sus compañeros (رحمه الله).
En su casa o donde lo invitaran agradecía sinceramente lo que se le ofreciese, aunque fuese escaso o humilde. Jamás comía hasta la saciedad, ni lo hacía tumbado ni sobre asiento alguno, sino sentado en el suelo y decía: "Soy un esclavo y como como los esclavos”.
Visitaba a los enfermos y acudía a los entierros.
Y era el más humilde de los hombres, caminaba sin escolta entre sus enemigos y nunca lo hacía con arrogancia.
Vestía lo que tuviera, una simple túnica o, sobre ella, un manto cuando lo tenía, hechos de cualquier tejido: lino, lana, pero nunca seda.
Cabalgaba sobre cualquier animal disponible: caballo, camello, mula, asno, o bien iba andando incluso descalzo.
Amaba los perfumes y detestaba los malos olores.
Se sentaba con los pobres y compartía con ellos la comida.
Honraba a los que demostraban tener hermosas cualidades y a aquellos cuya conducta era recta.
Amaba a sus familiares sin preferirlos a los que eran mejores que ellos. No despreciaba a nadie y aceptaba las disculpas.
Bromeaba sin faltar a la verdad, reía sin soltar carcajadas. Veía a la gente divertirse y no les hacía reproches.
Trataba a todos por igual y no temía a los poderosos. Le repugnaba los soberbios y abominaba la ostentación.
No insultó nunca a nadie sin retractarse después. Cuando alguien cometía un error ante él , no le decía: “¿por qué lo has hecho?” O si era otra persona la que censuraba al que había cometido la torpeza, él decía: "déjalo, todo viene de ALLAH”.
Nunca golpeó a nadie, a menos que fuera en el Yihad; tampoco era vengativo.
No sacaba faltas a nada: si le ofrecían una esterilla, dormía sobre ella; si no la había, se acostaba sobre la tierra.
Si alguien se le acercaba cuando estaba haciendo el Salât, se aligeraba para poder atenderle, y después volvía a su Salât.
Cuando acudía a una reunión, él no buscaba un lugar preferente, sino que se sentaba donde hubiera sitio. No se le distinguía entre sus compañeros (رحمه الله), a causa de su humildad. Se sentaba modestamente donde fuera con las piernas recogidas.
Si alguien lo visitaba en su casa, le ofrecía la almohadilla sobre la que él se sentaba y le insistía hasta que la aceptaba. Nadie se iba de su casa sin haberse sentido como el mejor de los seres humanos.
Hablaba poco pero sus palabras eran la síntesis de muchos pensamientos.
Nunca maldijo a nadie y detestaba la maledicencia y la calumnia.
Se contentaba con lo que tuviera, fuera mucho o poco; la riqueza no le impresionaba, ni la pobreza le asustaba.
Volvía su rostro a quien le hablara, escuchaba atentamente y respondía con prudencia y sabiduría. Sus palabras eran las justas y necesarias, su voz era fuerte, clara y hermosa.
Era el más sonriente de los hombres cuando había que sonreír y el más serio de los hombres cuando había que ser serio.
Conocía la regla de cada momento y su comportamiento era siempre el adecuado. Nadie había más lejos que él del fanatismo, la intolerancia y el exclusivismo. Ni la victoria sobre sus enemigos lo envanecía, ni la derrota lo amedrentaba.
Odiaba la violencia aunque fuese contra un animal.
Era leal a sus pactos y nunca faltó a su palabra.
No se precipitaba y consultaba a sus compañeros (رحمه الله) antes de tomar una decisión, no titubeaba.
A su muerte había constituido una Nación.
Con el Nombre de ALLAH… (Q: 33)
(56) En verdad, ALLAH y Sus ángeles bendicen al Profeta: [así pues,] ¡Oh vosotros que habéis llegado a creer, bendecidle y someteos [a su guía] con un sometimiento total!
Con el Nombre de ALLAH… (Q: 68)
(3) Y, realmente, recibirás una recompensa incesante
(4) pues, ciertamente, observas en verdad un modo de vida sublime
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