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lunes, 21 de febrero de 2011

Rabbi'a al-Adawiyat, la enamorada de Allah

Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim

Allahumma salli 'ala sayyidina Muhammadin 'abdika wa rasulika nabiyyi-l-'umiyyi wa 'ala 'alihi wa sahbihi wa sallimu taslima.

Fué Rabbi’a una de esas personas destinadas a extinguirse en la Unidad con Allah.

Nacida en Iraq, de clase humilde, una vez alcanzada la juventud, fué vendida como esclava a un acaudalado comerciante de Basra. Dicho comerciante se enamoró de ella y ella le correspondió con su amor.

Sin embargo, el Destino tenía otros planes. Su amado fué asesinado por otro comerciante aún más rico, y este se hizo con la propiedad de Rabi’a tras unas cuantas astucias, las cuales no vamos a relatar aquí.

Su nuevo amo era un libertino el cual utilizaba sus esclavas para deleitar el oido y la vista de sus amistades, mediante danzas y otros entretenimientos. Es así como Rabbi’a se convirtió en una de las más célebres danzarinas de Basra.

Pero, el Destino otra vez, esclavo de la Voluntad Divina, había decidido otra cosa. Rabbi’a dormía en el palacio de su amo, de tal manera que desde su ventana podía divisarse y oirse, el como un grupo de sufies, dirigidos por Zawban, recitaban el nombre Divino continuamente durante las noches.

Rabbi’a abría la ventana poniéndose a escuchar, escéptica al princio, dejándose cautivar por las letanías, poco a poco. El estremecimiento producido por aquellas misteriosas y rítmicas letanías le había producido un estado tal que no podía pasar una sola noche sin escucharlas.

Un día, en una de las reuniones de danza, realizada en plena campiña, acertó a pasar Zawban. Había venido a buscar a Rabbi’a. La llamó y habló con ella diciendo:

Porqué dedicas tu vida a los amores mundanales y no amas a Aquel Quien verdaderamente lo merece ?-
Rabbi’a respondió : « Quién merece que yo le ame más que mi amo» ?
Dijo Zawban : « El Señor de los mundos, el Rey del Universo, Aquel Quien me ha traido hasta aquí para hablar contigo »
Rabbi’a respondió : « Como puedo amarLe sino le veo ? »
Zawban dijo : « Si Le amas Le verás ».

Desde este momento Rabbi’a era otra. Respondió a la llamada de Allah con una firmeza tal que nadie la podía convencer en echarse atrás. Se negó a danzar y a realizar todo cuanto su amo la pedía para complacerle a él y a sus amigos.

Su amo comenzó a maltratarla, mientras ella, impasible continuaba recordando a su Señor con sus incesantes letanías. Fué torturada de todas las maneras posibles para hacerla renunciar a su actitud. Sin embargo, Rabbi’a permanecía como si aquello no fuera con ella. El cuerpo torturado no la pertenecía, pertenecía a Allah, y ella decía : « Ya Allah, ya mi Amado, yo soi tu esclava y puedes hacer conmigo lo que Tu quieras ».

Al final, su amo, comprendiendo que no podía seguir así, la liberó. Todos los días iba a la zawiya y tomaba enseñanza de Zawban junto con otra faqira llamada Hasuna, mujer a la sazón muy versada en el fiqh.

Pronto Rabbi’a sobrepasó en el maqam (estado espiritual) a su maestro Zawban. Tanta era la intensidad de su amor por Allah que no podía compartir su vida con nadie, ni tampoco nadie podía guardarla compañía.

Pasaba mucho tiempo sin comer ni beber. Un día, completó una semana sin probar ni comida ni bebida. Acercando su mano a una vasija para beber esta se rompió y Rabbi’a dijo : « Si mi Señor quiere dejarme aún algún tiempo en ayunas, yo estoi contenta con su decisión ».

Pronto se hizo popular y todo el mundo iba a ella para pedir consejo.

Era el tiempo de Harun a-r-Rachid, el controvertido jalifa quien luchó contra la familia de Rasul (sala-l-Lahu alayhi wa sallam). Este, para recompensar a Rabbi’a por su piedad, la envió una caravana con monturas cargadas con regalos. Una vez llegada la caravana a su casa, Rabbi’a dijo : « Decidle al jalifa que las cosas de la dunya son para las gentes de la dunya. Yo no los quiero y si Harun no los quiere recoger, decidle de entregarlos a los pobres »

Un día, un ladrón entró en su casa. Rabbi’a estaba desolada pues no tenía nada que ofrecerle y le dijo: “Has entrado a tomar objetos de mi casa y te pido perdón por no tener nada que ofrecerte, que mal anfitrión soi ». El ladrón, escuchando esas palabras, se puso a llorar hizo las ablucciones, rezó y le dio las gracias a Rabbi’a prometiendo que nunca jamás robaría.

Rabbi’a hacía sus sermones en público. Las gentes iban hacia ella al menos una vez por semana, para escuchar su charlas, en las que daba consejo sobre el comportamiento, tanto en la religión como en la vida.

Era el tiempo de Hasan al Basri. En una ocasión Hasan al Basri rezó sobre un tapiz de plegaria encima de las aguas sin hundirse. Rabbi’a hizo lo mismo con su tapiz sostenido únicamente por el viento. Cuando terminaron de hacer el salat, se dijeron ambos : « En realidad no hemos hecho nada grande, pues lo que hemos hecho o los peces o los pájaros lo pueden realizar. Adoremos a Allah haciendo pues aquello lo cual ninguna criatura sea capaz de realizar ».

He aquí al desprendimiento del ego y de la Dunya. Todo aquello por lo cual suspiran la mayoría de los mortales, Rabbi’a lo rechazaba. Ella no tenía necesidad más que de Allah. Su amor no lo dió sino a Allah. Por El vivió, por El murió y nosotros desde este humilde sitio saludamos la memoria de esta paladina del Islam, ejemplo de hombres y mujeres en la Vía de Allah.

Cuan Grande eres, oh Allah.

Salam

2 comentarios:

  1. salam ´aleykum
    Que Allâh nos perdone y nos enseñe el camino del conociento, para abrir los ojos de nuestro corazón.Gran relato y mejor vida.
    salam
    Anwar.

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  2. A-s-salamu 'alaykum:

    Adoremos a Allah haciendo aquello lo cual ninguna criatura sea capaz de realizar.
    Mirémonos a nosotros mismos con sinceridad y démonos la respuesta: Cuán lejos estamos de esta realidad, no es verdad amigos?

    Salam

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