EL BUEN Y EL MAL CARACTER EN LOS HOMBRES DE CONOCIMIENTO.
Como hemos dicho en otras ocasiones, y así se ve corroborado por la Sunna de Muhammad 'alayhi-s-salatu wa-s-salam -, hay dos clases de sabiduría: Una de ellas es la erudicción, un saber lógico racional que nos sirve para establecer las normas básicas de la religión; otra la ma'rifa, o conocimiento de las verdades inmanentes y comunmente ocultas para el resto de los humanos. La primera ciencia se obtiene por el estudio; la segunda mediante la lucha contra las pasiones y el Ego. El sabio de la primera ciencia ('alim) puede ser sincero o puede ser corrupto; el sabio de la segunda ciencia no tiene más remedio que ser salih puesto que ha llegado a aniquilar su propio Ego.
No confundamos el buen carácter con una sonrisa ni el mal carácter con palabras directas y definitivas. Digamos que el Profeta dijo que la sonrisa se encontraba dentro del buen carácter para así animar a aquellos cuyo comportamiento no da para más; algo es algo y mejor es sonreir que nada. Sin embargo, el buen carácter comporta una extensa gama de comportamiento que va desde una sonrisa o una palabra amable hasta la palabra sincera y veraz, pasando por el agasajo del huesped, el dar de lo que no se tiene, y el soportar humillaciones con entereza.
Pero hoy vamos a indicar que cualidades entran dentro del buen y mal carácter de la persona con conocimiento, para que así podamos contrastar de manera más detallada:
FORMA PARTE DEL MAL CARACTER DEL ERUDITO.
El vestirse con pompa y aparato, cuidando el color de su turbante, la impecabilidad de su hábito, su bastón, su anillo llamativo; en una palabra: su pose. Habéis de saber hermanos que quien con complementos se viste es para subsanar todo lo que le falta; solamente una persona superficial puede obrar así.
El ofrecer la mano para que se la besen o dejar que le llamen "excelencia", o que le alaben con epítetos de lo más cómico como "sultan de los awliyya" o "corona de la sabiduría" u otros epítetos, más propios de ser títulos de cualquier obra de teatro.
El sonreir y hablar bonito y luego proceder como un manipulador de los sentimientos ajenos.
El pedir dinero buscando cualquier excusa, sea para la asociación, sea para uno mismo.
El financiarse con dinero del Haram o dinero de fuentes turbias.
El mostrarse superior a las gentes no dejándolas hablar o mandando que se callen cuando no se tiene respuesta a sus preguntas.
El rodearse de toda una cohorte de guardaimagen.
El anunciarse o dejarse anunciar con pompa y ceremonia.
Etc.
FORMA PARTE DEL BUEN CARACTER DEL SABIO.
El no cuidar su aspecto externo sino en lo absolutamente necesario en cuanto a limpieza e higiene. Quie tiene su corazón con Allâh no necesita complementos.
El hablar sincero y directo, con educación, pero también con firmeza y seguridad; para por un lado no hacerse honores a si mismo y por otro lado hacer honores a la ciencia que posee y a aquello que representa.
El no pedir nunca dinero y si ofrecer su casa como lugar de 'adiafa.
El no vivir con ni aceptar una sola moneda que no sea de procedencia clara y limpia.
El no mostrarse superior a las gentes, actuando como un hermano mayor, aunque se sea tajante y claro con la verdad de su ciencia
El ser humilde, guardando su ciencia a aquel quien no la solicita y ofreciéndola gratuitamente a quien la pide, apartándose como de la peste de cualquier manifestación de honor que se haga sobre su persona. El verdadero sabio aborrece los honores para así no despertar sentimientos que ya dejó atrás, como aquel quien se limpió de la escoria y siente repulsa al verla de nuevo.
CONCLUSIONES.
Reflexionemos en esto; no dejemos llevarnos por el cuadro, el boato y el aparato y sepamos que el buen carácter no podría serlo sino viene acompañado de sinceridad y verdad.
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