DAWUD Y SULAYMAN - LAS ABEJAS Y LAS MOSCAS
Dos hombres acudieron a Dawud - sobre él la paz - para zanjar un litigio. El ganado de uno de los dos había entrado por la noche en el sembrado del otro y lo había destrozado. Dawud sentenció el litigio diciendo que el dueño del sembrado debía quedarse con el ganado del otro. Sin embargo, su hijo Sulayman - sobre él la paz, sugirió a su padre Dawud que el dueño del ganado debería ocuparse en labrar la tierra del otro hasta dejarla en el estado en la cual se enContraba antes de ser destrozada por el ganado. Durante este tiempo el dueño del sembrado podría beneficiarse de la leche y la lana de dicho ganado. A esta sugerencia Dawud cambió la sentencia aceptando el parecer de su hijo.
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El Qur'anu-l-Karim menciona este acontecimiento en la Surat de los Profetas, ayat 78, de la manera que sigue:
"Pero le dimos comprensión de ello a Sulayman. Y a ambos les dimos juicio y conocimiento. Y subordinamos las montañas a Dawud para que le acompañaran en sus cantos de glorificación, así como a las aves. Y lo hicimos."
La primera conclusión de este relato es que la aplicación de la justicia debe ser hecha, no ya desde el conocimiento, sino desde un conocimiento de orden superior, sabiduría la cual le fue concedida a Sulayman por encima mismo de la de su padre Dawud, a quien le fueron revelados los Salmos.
Se trata de un ejemplo similar al de la historia del Jadir y sayyidina Musa - sobre ambos la paz - relatada en la Surat Al Kahf (La Caverna).
Es desde un nivel de sabiduría superior que deben ser ordenados los asuntos de los musulmanes. Es por ese motivo que los cuatro Imames aprendieron de los maestros del Tasawwuf, y que gracias a esto fueron capaces de establecer los diferentes cuerpos de doctrina.
Esa sabiduría sulaymaniyya no se encuentra en los estudiantes ni doctos del Ilm, ni en los jueces, ni en los emisores de Fatwas. Esa sabiduría hermanos/as se encuentra en aquellos cuya luz del corazón irradia en los cuatro horizontes, aquellos que lograron su victoria en la Guerra Santa Mayor contra sus pasiones; aquellos cuya basira es penetrante y mira con la luz de Allâh. Pues si alguien no mira con la luz de Allâh y lo hace con la sombra de sus pasiones ¿cómo podrá enseñar y dirigir a los musulmanes?
Estos "sabios" de Playmobil, de Monopoly, de gorro y turbante sobre cabeza hueca, de olores de henna y barba cuidada, de bastoncito y sonrisa artificial, de trae dinero y llámame tonto, de chequera fácil, de abre centros a la velocidad del rayo, pululan a centenares en mezquitas, universidades "islámicas", TV, Internet, conferencias, etc. Como loros lanzan sus consignas vacías; su incompetencia es su propio sello; sus palabras, las palabras prestadas de ignorantes como ellos. Ciegos que aprendieron de ciegos el arte de no ver, de mudos el arte de no saber hablar, y de sordos el arte de no saber distinguir. Pero que, analfabetos en Din saben contar como el que nadie en divisas.
¡Que Allâh nos libre de estos poetas "sabios" que cantan a la luna, que aburren a los habitantes de los cementerios, que como moscas se lanzan a la miel del dinero y a la basura del poder.
Porque moscas, hay muchas moscas, pero abejas hay pocas. Y son ellas las que hacen la miel.
¿Sabemos distinguir la miel de las abejas y la jalea de la reina de los zumbidos de las moscas?
¿Cuál es honestamente nuestra situación ante esto? Luego, pues, no nos quejemos de ser engañados como incautos si seguimos a cualquiera que se ponga a cantar sus productos en el zoco:
¡Vendo Kitabu-s-Sunna, vendo sufismo, vendo sabiduría; hoy tres por el precio de dos; sígueme!
¿Cuál es nuestra basira hermanos/as? ¿Cual es nuestra basira?
¿Podemos poner nuestras manos en el fuego por una mosca?
Que Allâh nos perdone, nos guíe, nos dirija de las tinieblas a la luz y nos otorgue el Firdaws.
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