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viernes, 31 de octubre de 2014

Verdad versus opinión

LA VERDAD Y LA OPINION

Dijo Rasulu-l-Lâh - 'alayhi-s-salatu wa-s-salam -:

La hospitalidad válida es del orden de tres días; no obstante, un día y una noche solamente produce la recompensa de la hospitalidad. Además, aquel quien cree en Allâh y en el día último, que reciba generosamente a su huésped, al igual que aquel quien cree en Allâh y en el último día que hable bien o que se calle.

(Recopilado por Al-Bujari y Muslim)

COMENTARIO

Este hadiz resulta ser de una gran importancia. Aparte de la recomendación de la hospitalidad y sus condiciones, las cuales son recordadas en algunos otros hadices, la última parte de él es extraordinariamente importante, es decir:

"aquel quien cree en Allâh y en el último día que hable bien o que se calle."

Aquí, decir el bien significa fundamentalmente dos cosas:

El decir palabras de acogimiento, bondad, misericordia o buena humanidad por una parte.

El decir la verdad por otra parte

Decir la verdad es un mandato divino, como encontramos en la surat al 'Asr (El Tiempo, o La Tarde, como algunos traducen)

"Pero no así quienes creen, llevan a cabo las obras de bien, se recomiendan la verdad y la paciencia" (103, 2-3)

En este hadiz se vinculan bien, paciencia y verdad los unos con los otros. En realidad son diferentes aspectos de la misma cosa. La bondad es paciencia y verdad, la verdad implica bondad y paciencia, y no puede haber paciencia sino es en la verdad y el bien.

Otro hadiz nos dice:

La Verdad es la espada de Allâh en esta tierra.

Otros muchos hadices nos ordenan decir la verdad y destestar la mentira, la cual es aquello lo cual Allâh no puede perdonar, tal y como podemos encontrar en un hadiz del Sahih Muslm.

Todas estas recomendaciones y órdenes de Allâh para decir la verdad, presentan una doble implicación:

a/ La verdad puede y debe ser conocida.
b/ Todo el mundo, dependiendo del nivel de su conocimiento es capaz y debe seguir la verdad.

Sobre todo cuando se trata de expresarse en materia de religión (Din), un campo en el cual no se puede fallar. Decir una mentira en el dominio de la religión implica que faltamos el respeto debido a la Revelación con la cual Allâh nos ha gratificado para guiarnos en nuestra vida y ganar la vida eterna; implica, al mismo tiempo, el poder extraviar a otros quienes están comenzando a comprender la Revelación, o simplemente son ignorantes.

Y desde esta perspectiva podemos decir que una opinión en materia de Religión, cuando uno la quiere convertir en axioma o en afirmación a fin de enfrentarla a una verdad, es un acto de una gravedad incalculable y equivale a emitir una mentira en toda regla.

Una opinión proviene de nuestro ego, y será más o menos acertada, eso suponiendo que sea sincera y no lleva segundas o terceras intenciones, Es una mezcla del gusto del Nafs o Ego con las luces diáfanas que puedan llegar de un corazón no convenientemente purificado; por lo cual, nunca podrá ser la expresión de una verdad cualquiera que fuere.

La opinión personal sirve para una cosa, a saber; para exponerla a un maestro, quien podrá evaluar así el estado en el cual se encuentra su discípulo y hasta donde puede llegar en sus pensamientos o intuiciones. De esta manera le podrá corregir e iluminar en el asunto en el cual se trate.

Pero lo que nunca puede llegar a ser una opinión es una fuente de enfrentamiento con la Verdad.

Con respecto a esta última, sin duda, es la antípoda de la opinión. Cada uno de nosotros somos capaces de decir la verdad, sea al nivel que sea. Ahora bien, cada uno debe ajustarse a su nivel de conocimiento y no traspasarlo a fin de que dicha Verdad no se convierta en una elucubración, o en una mera opinión, sin más.

Es por eso que cuando uno habla de religión no se le está permitido opinar; debe decir la verdad a su nivel y de todo cuanto no conozca debe simplemente callarse y no hablar nada. Es más, por humildad debe asumir su carencia e ir a aprender lo que no sabe antes de emitir un veredicto o una afirmación. Toda otra cosa es deslealtad con la Revelación , la cual es el depósito sagrado divino, la luz en el camino y el camino mismo.

sábado, 18 de octubre de 2014

El Intelecto, el corazón, la lógica y la mente; sus funciones respectivas

Bismi-l-Lâhi-r-Raḥmâni-r-Raḥîm (En el Nombre de Allâh el Misericordioso, el que Manifiesta Su Misericordia)

Allâhumma ṣallî ‘alâ sayyidinâ Muḥammadin ˤabdika wa rasulika nabiyyi-l-‘umiyyi wa ˤalâ ‘alihi wa saḥbihi wa sallimu taslima (Oh Allâh ! haz la plegaria (salat) sobre Muḥammad Tu servidor y enviado, el profeta iletrado, así como sobre su familia y sus compañeros, y sobre todos ellos la paz perfecta).

Hace algún tiempo escribíamos una líneas sobre la naturaleza del Ruḥ (espíritu), Nafs (alma) y el ŷism (cuerpo), así como sobre las inter-relaciones que se dan entre ellos en el seno del ser humano. Hoy vamos a incidir especialmente sobre el corazón, la mente y el intelecto (ˤAql). Curiosamente la mayoría de los creyentes no saben muy bien si ubicar el intelecto en el corazón o en la mente, probablemente porque no comprenden con claridad cual es la naturaleza y función del corazón y cuales son las de la mente. Vamos pues a tratar de arrojar un poco de luz sobre al respecto.

Primeramente vamos a presentar un hadiz el cual nos habla de uno de los aspectos del corazón, calificándole como puro o impuro según los casos :
Relató Abu'Adul-lah, an-Numan Ibn Bashir -que Dios esté complacido con ambos-:

He oido del Mensajero de Dios – ‘alayhi-s-salatu wa-salam-, lo siguiente:
«Ciertamente, lo lícito es obvio y lo ilicito es obvio, y entre los dos hay asuntos dudosos acerca de los que mucha gente no sabe. Quien se guarda de los asuntos dudosos se purifica en su religión y en su honor, y quien cae en los asuntos dudosos, caerá en lo ilicito. Como el pastor que pasta alrededor de un prado vedado, casi pastando en él. 
Por cierto que todo rey tiene su vedado, ciertamente el vedado de Dios es lo ilícito, y ciertamente en el cuerpo hay un pedazo de carne, que si está sano, sanará todo el cuerpo, y si se corrompe, se corromperá todo el cuerpo y, este es el corazón».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim.

En la última parte del hadiz se cita el corazón como siendo un trozo de carne sano o corrupto. Es obvio que el corazón es aludido en este texto, aparte de en su aspecto físico,  para resaltar su estado de pureza o de impureza, según los casos. Veamos antes lo que existe en el interior de este corazón.

Es en él que Allâh ha depositado el Ruḥ (espíritu) en cada uno de nosotros. Algunos se preguntarán : ¿cómo el espíritu, el cual es de naturaleza pura, puede encontrarse en el mismo lugar donde se pueden encontrar asimismo las impurezas, hasta el punto de poder corromper el corazón todo entero ? La respuesta a esta pregunta es la siguiente :

Si tomamos el corazón desde una perspectiva total podemos decir que efectivamente en él , aunque reside el Ruḥ, se ha deslizado el Nafs (alma) hasta el punto de verlos aprarentemente mezclados el uno con el otro. Esta mezcla solamente existe cuando analizamos el corazón desde el exterior, sin entrar en los detalles existentes en cada una de sus partículas y sus partes. Es pues por la prioridad del Ruḥ sobre el Nafs que podemos decir que un corazón es puro, y viceversa en caso contrario.

Sin embargo, cuando analizamos el corazón desde dentro, sus componentes se encuentran bien definidos. Veamos pues lo que nos dice el versículo de la Luz, sobre el cual eidtamos hace tiempo un tafsir en nombre del chayj Alawi Salaḥ Badr :


En virtud de la analogía que podemos hacer entre el corazón de Muḥammad Rasulu-l-Lâh – ‘alayhi-s-salatu wa-s-salam- y el del mu’min (verdadero creyente) como muḥammadi ; en virtud incluso de los siete niveles de cada ayat del Qur’an que se elevan desde lo particular, hasta lo Universal, vamos a considerar que el « miškat » (hornacina) es el corazón de un hombre, y que la luz que emana la lámpara es el Ruḥ. El recipiente de vidrio sería la parte externa del corazón, la cual en esencia debe ser resplandeciente y rutilante a fin de dejar pasar la luz del espíritu.

Mientras la luz se encuentra en su nicho resplandeciente, el recipiente de cristal la envuelve. Ninguna impureza pasa, ni pasará por él para apagarla ni perturbarla. Ahora bien, las impurezas, sí pueden adosarse al vidrio, de tal manera que si son suficientemente numerosas y espesas no dejen pasar la luz a través de él. Estas impurezas pertenecen al Nafs, la cual si se somete a Allâh podrá llegar a ser límpida, mientras que tanto si ejerce por doquier su voluntad, como si mezcla lo puro con lo impuro, será de naturaleza espesa y no dejará pasar la luz a través de ella.

Es así que si la luz que emana el corazón no puede llegar a la mente o a la razón en virtud de las impurezas del nafs adosadas al recipiente de cristal del corazón, entonces dicha mente o razón no podrás ser alumbradas por la luz del conocimiento y el intelecto se encontrará perturbado.

¿Cómo calificar pues el intelecto ?: Se trata del vehículo del conocimiento, el cual parte directamente del corazón para encontrar la razón y dirigirla. Es más, podemos decir que se trata de los rayos de luz, los cuales saliendo directamente de la Luz del espíritu residente en el corazón, llegan e invaden el espacio de la mente y de la razón. Es por ello por lo cual decimos que si el recipiente de cristal se encuentra manchado por las impurezas de nuestra nafs, la luz no podrá traspasarle y llegar a su destino el cual es la mente. El intelecto se encontrará con el recipiente opaco y no podrá salir al exterior. Y peor aún cuando constatamos que el mismo Nafs que daba opacidad al corazón se apodera de la mente para someterla a sus caprichos.

Es por ello precisamente que en la Surat al Waqui’a Allâh vincula el hecho de comprender el Qur’an con la purificación, como podemos ver en estas ayats :

"Y juro por el ocaso de los astros, lo cual, si supiérais es un gran juramento, que es una recitación noble en un Libro oculto que no tocan sino los purificados, revelación descendida por el Señor de los mundos" (56- 78,79,80,81,82,83)

Y dicha purificación nos lleva de vuelta al estado en el cual debe encontrarse el Nafs para poder permitir llegar las luces del intelecto (ˤAql) a su destino.
Sin embargo, como todos sabemos, el corazón de la gran mayoría de las personas de la tierra, tanto de aquellas que existimos ahora, como el de aquellos quienes existieron antes y de quienes existirán después de nosotros, se encuentra opaco y no déjà traspasar las luces del intelecto hacia nuestra mente. De hecho, nuestra naturaleza es así. Es por ello que el ser humano tiene necesidad de Profetas, enviados por Allâh para hacernos llegar Su Voluntad, Su Sabiduría, Su Conocimiento. Para purificar el alma tenemos necesidad de adoptar un comportamiento corporal, moral e intelectualmente apropiados a las leyes e informaciones divinas.

¿Cómo distinguir la razón de la lógica ? Llamamos lógica, en el contexto en el cual nos movemos, el cual es el conocimiento profundo de las realidades escondidas en el corazón, al vehículo que refina la información dentro de la razón. Pongamos un ejemplo :

Allâh nos informa que tal o cual cosa está bien o mal a través de Su Revelación ; o que tal cosa es cierta o no lo es. La lógica es la encargada de avisar a la razón de la naturaleza de tal o cual cosa, y una vez avisada, la razón procesa y da órdenes al resto del cuerpo y de la mente para ejecutar o pensar tal o cual cosa. Y no decimos solamente de ejecutar, sino de « pensar » porque no toda la psiquis queda reducida a la razón ; algunos aspectos de ella quedan en lugares recónditos de la mente los cuales pueden salir al exterior. ¿Cuál sería la debacle si la lógica informará al corazón, como así es en gran parte de los casos, basándose en los principios caprichosos del Nafs mezclados con las sugestiones del Chaytan ? La lógica pues sería chaytani.

No hemos querido extendernos demasiado ; primeramente porque creo que estas palabras constituyen ya una base para la reflexión, y porque son suficientemente directas y concisas para  poder alcanzar con el menor número de frases el objetivo buscado.

En otra ocasión analizaremos todo esto desde otra perspectiva, y ello cuando comprendamos que, por un motivo o por otro, se ha convertido en necesario.

Salam.