Dice el Mensajero de Allah – sobre él la plegaria y
la paz – en un hadiz recogido en el Sahih Muslim:
No maldigáis al tiempo (Dahr) pues el tiempo es Allah (a-d-Dahru huwa
Allah)
Muchos se han preguntado sobre la naturaleza del tiempo.
Sin embargo, la más certera respuesta se encuentra en este hadiz. Ni que decir
tiene que su comprensión comporta un alto nivel de dificultad. Evidentemente
nadie puede dar una respuesta satisfactoria a estas palabras sino aquél quien
ha realizado su comprensión verdadera. No estamos hablando aquí de una
comprensión lógico-racional, sino de la percepción concreta del hecho representado por el hadiz.
Podemos hablar del tiempo, ya sea en él mismo, en
cuanto a su naturaleza propia, ya sea en cuanto a los acontecimientos los
cuales se desarrollan a su paso.
Si hablamos de la naturaleza del tiempo, una de las
definiciones las cuales podríamos darle, es la siguiente:
“El hilo a través del cual se desarrollan los
acontecimientos”.
Bien: esto podría parecer satisfactorio; no
obstante, en cuanto alzamos la vista y volvemos a leer el hadiz, encontramos: “El tiempo
es Allah”. ¿Cómo podemos imaginarnos dicha asimilación?: Intentemos dar
algunos pasos en esa dirección.
Todos sabemos que es Allah Quien hace vivir y morir.
Si prestamos atención, veremos que es en aquello lo cual llamamos “el paso del
tiempo”, que se produce nuestro nacimiento, nuestra muerte y donde cobra vida
nuestro destino. Así mismo en él se acumulan nuestras buenas y malas obras,
nuestras esperanzas, temores, alegrías, sufrimientos, etc. ¿Podemos comprender
esto racionalmente? ¿Verdad que no? Y no podemos precisamente porque el tipo de
comprensión capaz de concretizar y comprender un hecho semejante, escapa de
nuestras facultades mentales. Dicha comprensión se encuentra en el dominio de
un conocimiento el cual pocos detentan. Recordemos la historia del Jadir y de
sayyidina Musa – sobre ambos la paz -, relatada por el Qur’an, la cual nos deja
entrever una ciencia que sobrepasa los más sanos entendimientos. Dicha ciencia,
es llamada por aquellos quienes la conocen “ilm laduni”.
Si pues en el hilo del tiempo se produce todo
aquello lo cual es esencial en nuestra vida, la reflexión de este hecho, nos
puede hacer dar un paso en la buena dirección. Así mismo en el paso del tiempo
vemos nacer y morir a nuestros seres queridos, así como a nuestros enemigos: nadie
escapa al paso del tiempo, al igual que nadie escapa a Allah Altísimo. Otra
reflexión en la buena dirección. Hay reflexiones las cuales no proceden de la
mente, sino que vienen a través de un rayo de luz al corazón del Creyente, proporcionando
a éste la visión (basira) de la cual habla este hadiz:
Haced atención a la mirada (basira) del verdadero creyente (mu’min),
porque éste mira con la Luz de Allah
No creáis pues que todas las reflexiones procedan de
nuestra mente. Nuestro problema consiste en no saber distinguir de aquello lo
cual procede de nuestra mente o de nuestro espíritu, el cual tiene residencia
en nuestro corazón. Sin embargo, el mu’min (verdadero creyente) sí es capaz de
discernir, en virtud de una luz otorgada por Allah, a través de la cual
distingue claramente la naturaleza de las cosas y de los hechos.
¡Cuántas veces hemos dado el tiempo
inconscientemente las mismas cualidades que damos a Allah!, mediante
expresiones tales como: “el paso implacable del tiempo”; “el tiempo me ha hecho
envejecer”; “el tiempo nos ha unido”; “el tiempo lo cura todo”, etc. ¿No son
estas cualidades otorgadas a Allah? Es Allah Quien es implacable; es Allah
Quien hace envejecer; es Allah Quien une o separa; es Allah Quien todo lo cura.
Otro paso pues en la buena dirección.
Vayamos ahora a considerar el presente. Seguramente
si alguien dijera que el presente no existe sería tratado como un loco o un
atrevido, y esto en el mejor de los casos. Sin embargo, si lo consideramos con
la atención debida, el presente no es otra cosa que un concepto o una imagen.
Nadie podría fijar el presente, pues si se le pidiera, por muy rápidamente que
quisiera hacerlo, el presente se habría esfumado en el pasado, aunque fuere por
décimas o centésimas de segundo. Pero, ¿a dónde nos lleva esta idea de
presente?: en realidad nunca podremos localizarle sino en el pasado o en
futuro. La idea de presente procede de presencia; es pues el presente la Presencia
de Allah en nuestras vidas si somos lo suficientemente sagaces para
comprenderlo.
Esto explica que el tiempo es inabordable. Nunca podremos
poseerlo sino es en un sentido figurado, es decir, en el sentido en el cual podemos
experimentar y poseer cosas en El.
Curiosamente ahora se nos viene al espíritu la tan
famosa traída y llevada teoría de la relatividad. Dicha teoría no es sino la
confesión inconfesada de la incompetencia en el dominio de comprender la
naturaleza real de las cosas. Efectivamente, diciendo que todo es relativo, las
puertas de la ignorancia quedan abiertas para todo aquél quien quiera abrirlas
y entrar. Ahora bien, aparte de ver en dicha teoría una elegía a la ignorancia
o un intento de engañar al ser humano, vemos, no obstante, otro aspecto más
sutil: la confesión inconsciente de la existencia efímera de las cosas. Vamos a
ver esto con más atención: en realidad nada existe sino es por Allah, nada se
mantiene sino es en El, pues si hubiera un segundo, El no podría ser Uno. Es
por ello que uno de Sus Nombres es a-z-Zahir (el Exterior).
El es así mismo: el Primero y el Último. He aquí una
de las grandes llaves de la comprensión de
la naturaleza del tiempo. Está claro que por El no podría pasar el
tiempo: ¿cómo pues podría ser el Primero y el Último?
Cerremos con esto nuestra exposición, respondiendo a
esta última pregunta: Porque el Tiempo es El.
Y Allah sabe más
Salam
786
ResponderEliminarGracias