La armadura del Creyente es el Temor de Allâh (Taqwa)
Su adorno es la paciencia.
Su vestido es el pudor.
Su alimento, el Recuerdo del Bien Amado.
Su bebida, las noticias del Más Allá.
Sus palabras son de bondad.
Sus pensamientos, limpios como el agua clara.
Su morada, la luz del corazón.
Su prisión es esta dunya.
Su alegría, el ser útil.
Su tristeza, sus propias imperfecciones.
El creyente vive con la consciencia de que su pasaje en este mundo es
una preparación para el otro. Por eso debe hacer de su vida una estela
que imprima el perfume de su presencia por su hacer el bien, el ayudar,
el ser una referencia cuando a alguien le falta algo. El creyente no se
venga nunca, aunque esté en su legítimo derecho.
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