Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim
Vamos a finalizar con las reflexiones acerca de la
obra de Guénon refiriéndonos a un término recurrente utilizado por él mismo
como eje central de su doctrina. Nos referimos a la palabra “tradición”.
Réné Guénon intenta convencernos de lo justificable
de la razón por la cual había escogido este término a fin de explicar su teoría
de la Súper tradición primordial. Y aunque intenta decirnos y repetirnos hasta
la saciedad las razones de su decisión, al menos para aquel quien se encuentra
escribiendo aquí, no consiguió ser convincente.
Es extraño contemplar como aquél quien tanto se
preocupó en hacernos comprender la necesidad de seguir un camino proveniente de
la revelación divina (no-humana, como a Guénon le gustaba decir), quien
pretendía plantar la semilla para una recuperación intelectual-espiritual del
mundo, fuera precisamente a escoger el término más “humano” de todos aquellos
los cuales podrían entrar en liza como candidatos a representar la transmisión
espiritual. Precisamente, según comprendemos nosotros, el único término el cual
no se encontraba en correspondencia con aquello lo cual se quería representar a
través de él. Un término de raíces y connotaciones puramente humanas,
contrariamente a aquello lo cual nuestro autor intentaba demostrarnos, a pesar
de que, como lo explicó en numerosas ocasiones, no había encontrado otro más
adecuado.
¿Podríamos pensar que nuestro autor no conocía suficientemente
su lengua para no encontrar otro término más apropiado? Creemos que no: si bien
en su obra la riqueza semántica y sintáctica brillan por su ausencia, los otros
términos candidatos a la elección no se encontraban tan lejos del lenguaje
vulgar. Es más, existían palabras más propicias a fin de indicar una idea de
ese pretendido calibre.
Un servidor aquí se inclina a pensar que todas esas
pretensiones de Guénon de desligarse de lo humano, sobrepasarlo y mirar hacia
lo trascendente, no eran producto de otra cosa que de la aspiración humana a
superarse a sí mismo y a los demás, como así lo demuestra su otro término bien
amado: “élite”.
Es decir, la doctrina de Guénon consistía en una
humanización de lo espiritual y no en una espiritualización de lo humano. Ello
lo demuestra su vórtice cónico donde la base más extensa se encontraba en lo
humano y la cúspide en lo divino, mientras en realidad la gran extensión se
encuentra en lo inmanente y la pequeñez en lo humano. En el fondo Guénon
apostaba por un superhombre, superdotado, formando parte de una élite
exquisita; algo así como una aristocracia espiritual.
Esta aspiración, confesada indirectamente en su
apoyo a la inhumana sociedad de castas hindú, y en su preferencia “intelectual”
por la inteligente raza aria, podría pasar desapercibida al primer análisis.
Por supuesto, no lo pasa para aquel quien desea profundizar más y analizar las
cosas sin pasión y con completa objetividad.
Existe un término utilizado frecuentemente para
designar el descenso de las voluntades divinas al género humano. Este término,
aunque utilizado frecuentemente, no deja de ser el mejor posicionado para
indicar la trascendencia de las voluntades de la divinidad, así como del punto
de procedencia de las mismas. Este término es: “Revelación”.
Su significado es el de una comunicación y transmisión
de la divinidad (Allah) a la especie humana de un camino el cual ésta debería
seguir a fin de, sea culminar en la extinción de la persona y posterior unidad
con la Unicidad divina, sea conseguir el recibir una recompensa eterna. En el
Islam ese camino se llama Din, y esta palabra no podría ser nunca traducida por
“tradición”, puesto que tanto su punto de partida y su punto de retorno se
encuentran ambos en lo trascendente. La palabra Din, probablemente no deba ser
traducida por religión, de ahí el rechazo innato de los musulmanes a traducirla
así. Vemos en ella, tanto un conjunto de normas transmitidas por lo divino, aparentemente
humanas, así como un camino a fin de que el ser humano pueda despojarse de sus
trabas psicológicas y del alma (nafs) a fin de integrarse en un mundo
trascendente. Evidentemente el término religión no puede traducir esto, como
así mismo puede hacerlo la palabra “tradición”. Abogamos por el término “revelación”
(risala) el cual es el menos mal posicionado, y a su vez el más adecuado a fin
de representar un conjunto de elementos de orden divino a fin de guiar a la
humanidad. Y no solamente a la humanidad, pues como lo dice Allah en Su Libro
luminoso (Qur’an):
No he creado
a los hombres y a los genios sino para que Me adoren
La palabra “tradición” es a menudo utilizada a fin
de traducir Sunna. El principal significado de este término es el de costumbre;
sin embargo, como el primer uso de esta palabra fue por parte del Profeta –
sobre él la plegaria y la paz -, su ámbito ha quedado reducido únicamente para
indicar el conjunto de hadices los cuales nos hablan de los hechos y palabras
de Muhammad.
Como la palabra costumbre es un término bastante
débil para traducir la palabra Sunna, algunos han preferido traducirla por “tradición”
añadiendo …del Enviado de Allah, a fin de separarla de cualquier otro
significado de este término, el cual no refleja otra cosa que transmisión de
orden humano de costumbres antiguas o ancestrales.
Nuestra intención al entrar en este análisis lingüístico
no es otra que la de desvelar que el origen de la doctrina de nuestro personaje
era mucho más humano de lo cual él mismo pretendía.
Consideramos haber descubierto un filón el cual,
poco a poco, y tirando de la madeja, nos puede llevar a los orígenes y muy
probablemente final de nuestro personaje, es decir: “La Masonería”.
Podemos situar en el haber de Guénon una sola cosa:
el haber denunciado el maltrecho estado de nuestro convulso mundo, lo separado
que se encuentra de la naturaleza ruhani del ser humano y lo inmerso en lo
material de su estado actual. Ahora bien, en cuanto a soluciones presentadas,
Monsieur Guénon, dejaba mucho que desear.
Salam.
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