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domingo, 22 de abril de 2012

El error perennialista de Guénon - V y último - El término "Tradición"


Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim

Vamos a finalizar con las reflexiones acerca de la obra de Guénon refiriéndonos a un término recurrente utilizado por él mismo como eje central de su doctrina. Nos referimos a la palabra “tradición”.

Réné Guénon intenta convencernos de lo justificable de la razón por la cual había escogido este término a fin de explicar su teoría de la Súper tradición primordial. Y aunque intenta decirnos y repetirnos hasta la saciedad las razones de su decisión, al menos para aquel quien se encuentra escribiendo aquí, no consiguió ser convincente.

Es extraño contemplar como aquél quien tanto se preocupó en hacernos comprender la necesidad de seguir un camino proveniente de la revelación divina (no-humana, como a Guénon le gustaba decir), quien pretendía plantar la semilla para una recuperación intelectual-espiritual del mundo, fuera precisamente a escoger el término más “humano” de todos aquellos los cuales podrían entrar en liza como candidatos a representar la transmisión espiritual. Precisamente, según comprendemos nosotros, el único término el cual no se encontraba en correspondencia con aquello lo cual se quería representar a través de él. Un término de raíces y connotaciones puramente humanas, contrariamente a aquello lo cual nuestro autor intentaba demostrarnos, a pesar de que, como lo explicó en numerosas ocasiones, no había encontrado otro más adecuado.

¿Podríamos pensar que nuestro autor no conocía suficientemente su lengua para no encontrar otro término más apropiado? Creemos que no: si bien en su obra la riqueza semántica y sintáctica brillan por su ausencia, los otros términos candidatos a la elección no se encontraban tan lejos del lenguaje vulgar. Es más, existían palabras más propicias a fin de indicar una idea de ese pretendido calibre.

Un servidor aquí se inclina a pensar que todas esas pretensiones de Guénon de desligarse de lo humano, sobrepasarlo y mirar hacia lo trascendente, no eran producto de otra cosa que de la aspiración humana a superarse a sí mismo y a los demás, como así lo demuestra su otro término bien amado: “élite”.

Es decir, la doctrina de Guénon consistía en una humanización de lo espiritual y no en una espiritualización de lo humano. Ello lo demuestra su vórtice cónico donde la base más extensa se encontraba en lo humano y la cúspide en lo divino, mientras en realidad la gran extensión se encuentra en lo inmanente y la pequeñez en lo humano. En el fondo Guénon apostaba por un superhombre, superdotado, formando parte de una élite exquisita; algo así como una aristocracia espiritual.

Esta aspiración, confesada indirectamente en su apoyo a la inhumana sociedad de castas hindú, y en su preferencia “intelectual” por la inteligente raza aria, podría pasar desapercibida al primer análisis. Por supuesto, no lo pasa para aquel quien desea profundizar más y analizar las cosas sin pasión y con completa objetividad.

Existe un término utilizado frecuentemente para designar el descenso de las voluntades divinas al género humano. Este término, aunque utilizado frecuentemente, no deja de ser el mejor posicionado para indicar la trascendencia de las voluntades de la divinidad, así como del punto de procedencia de las mismas. Este término es: “Revelación”.

Su significado es el de una comunicación y transmisión de la divinidad (Allah) a la especie humana de un camino el cual ésta debería seguir a fin de, sea culminar en la extinción de la persona y posterior unidad con la Unicidad divina, sea conseguir el recibir una recompensa eterna. En el Islam ese camino se llama Din, y esta palabra no podría ser nunca traducida por “tradición”, puesto que tanto su punto de partida y su punto de retorno se encuentran ambos en lo trascendente. La palabra Din, probablemente no deba ser traducida por religión, de ahí el rechazo innato de los musulmanes a traducirla así. Vemos en ella, tanto un conjunto de normas transmitidas por lo divino, aparentemente humanas, así como un camino a fin de que el ser humano pueda despojarse de sus trabas psicológicas y del alma (nafs) a fin de integrarse en un mundo trascendente. Evidentemente el término religión no puede traducir esto, como así mismo puede hacerlo la palabra “tradición”. Abogamos por el término “revelación” (risala) el cual es el menos mal posicionado, y a su vez el más adecuado a fin de representar un conjunto de elementos de orden divino a fin de guiar a la humanidad. Y no solamente a la humanidad, pues como lo dice Allah en Su Libro luminoso (Qur’an):

No he creado a los hombres y a los genios sino para que Me adoren

La palabra “tradición” es a menudo utilizada a fin de traducir Sunna. El principal significado de este término es el de costumbre; sin embargo, como el primer uso de esta palabra fue por parte del Profeta – sobre él la plegaria y la paz -, su ámbito ha quedado reducido únicamente para indicar el conjunto de hadices los cuales nos hablan de los hechos y palabras de Muhammad.

Como la palabra costumbre es un término bastante débil para traducir la palabra Sunna, algunos han preferido traducirla por “tradición” añadiendo …del Enviado de Allah, a fin de separarla de cualquier otro significado de este término, el cual no refleja otra cosa que transmisión de orden humano de costumbres antiguas o ancestrales.

Nuestra intención al entrar en este análisis lingüístico no es otra que la de desvelar que el origen de la doctrina de nuestro personaje era mucho más humano de lo cual él mismo pretendía.

Consideramos haber descubierto un filón el cual, poco a poco, y tirando de la madeja, nos puede llevar a los orígenes y muy probablemente final de nuestro personaje, es decir: “La Masonería”.

Podemos situar en el haber de Guénon una sola cosa: el haber denunciado el maltrecho estado de nuestro convulso mundo, lo separado que se encuentra de la naturaleza ruhani del ser humano y lo inmerso en lo material de su estado actual. Ahora bien, en cuanto a soluciones presentadas, Monsieur Guénon, dejaba mucho que desear.



Salam.

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