LAS OLAS
Cuando se es zarandeado por las olas bravas de la Voluntad Divina, lejos de la cálida playa de la satisfacción y la placidez, permanece quieto, observa como los miedos se diluyen cuando bajan las olas y aumentan cuando se encrespan. En esos momentos tu embarcación no responderá a los golpes de timón y encontrará un solo asidero para apoyarse: "Allâh", siempre Allâh.
Visto así es un bien que tu barco ande sin timón porque las olas solamente le pueden llevar a buen puerto; no te irrites por no poder controlar la embarcación; siéntate y déjate llevar; sigue el ritmo marcado por las olas, ayúdalas a empujar la embarcación e inunda tu ser de ausencia de voluntad.
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