Bismi-l-Lâhi-r-Raḥmâni-r-Raḥîm
Wa Allâhumma ṣalli
ˤalâ sayydinâ Muḥammadin ˤabdika wa rasulika nabiyyi-l-‘umiyyi wa ˤalâ ˤalihi
wa ṣaḥbihi wa sallimu taslima
Queridos hermanos,
desearía que me acompañárais en esta reflexión sobre la naturaleza de la luz.
Dice Allâh en Su
Libro en el comienzo del ayat A-n-Nur (versículo de la luz) :
Allâh es
la luz de los cielos y de la tierra
Ahora bien, sabemos
de la presencia de Allâh en toda Su creación, estando más cerca de
nosotros que nuestra vena yugular y abarcando los horizontes de la Dunya
y el ‘ajira con Su asistencia divina así como con Su Misericordia.
Si Allâh es la luz
de los cielos y de la tierra ¿podemos concluir que la naturaleza de Allâh es la
Luz ? ¿podemos tan siquiera concluir que su presencia, tanto en los cielos
como en la tierra es considerada como luz y no como otra cosa ? Debemos
pensar que la palabra luz tiene dos significados complementarios :
La luz física,
natural o artificial percibida por los sentidos
La luz que sirve
como discernimiento en la naturaleza de las cosas.
Pero si Allâh ha
dicho que El es la luz de los cielos y de la tierra, lo primero que se nos
puede ocurrir es que el ayat se refiere a toda clase de luz.
Es la luz el único
fenómeno físico que no se puede medir, al menos con precisión ; medimos la
luz por las consecuencias visuales que genera, pero no en cuanto a ella misma,
como es el caso del espacio y del tiempo y de la combinación de ambos llamada
velocidad. Es antes bien la luz aquello que nos permite percibir el espacio y
las formas físicas.
Si asentimos en que
la presencia de la luz solar constituye la presencia divina, nos arrepentiremos
al caer de la tarde constatando que esa presencia desaparece, lo cual nos
dejará perplejos durante unos segundos intentando aclarar esta situación :
si la luz solar es en ella portadora de la presencia divina ¿cómo es posible
que ella se ausente por unas horas, estando como está Allâh presente en todo
momento ?
Estaremos obligados
a decir como sayyidina Ibrâhîm – sobre él la paz - :
« Yo no adoro a
un astro que se pone ».
Entoces deberemos ir
a buscar el significado de luz en otra parte, por ejemplo en la inteligencia
que reside el cerebro. Sin embargo, el cerebro también se reposa por la noche
siendo imposible que la presencia divina desaparezca aunque fuere una sola
micra de segundo. !Que decir entonces de una persona privada de salud
mental ! Por supuesto que no podemos concluir el hecho de que la presencia
divina no esté más cerca de él que su propia vena yugular.
Podríamos resolver
sagazmente este dilema admitiendo que ambas luces : la del sol y la de la
inteligencia forman parte de la luz de Allâh o son reflejo de ella, y de esta
manera tan sutil podríamos salir del atolladero.
Pero habremos de
seguir buscando un lugar en el cual la luz no se eclipse, pues una sola cosa
como es la luz no podría nunca ser la suma de las manifestaciones lumínicas
mencionadas u otras. En efecto, la luz es y debe ser una.
Y ahora vayamos al
corazón. Estaremos de acuerdo que aunque el sol se oculte y la inteligencia del
cerebro duerma o sea inexistente, la luz del corazón nunca se extingue ;
precisamente porque en él se encuentra el Ruḥ (espíritu) el cual procede de
una « orden de tu Señor ».
Si a esto añadimos
las palabras de nuestro Profeta Muhammad Rasulu-l-Lâh – sello y corona de los
profetas :
« Todas
las cosas tienen un corazón y el corazón del Qur’an es la surat Ya Sin »
Concluiremos que
toda cosa en el mundo, por minúscula que sea, posee un corazón y es
precisamente éste el único lugar donde la luz no se acaba.
Hemos demostrado con
ésto que la luz reside en el corazón.
El corazón de la
tierra es la Ka’aba y el corazón de los cielos es la Ka’aba que se encuentra en
el séptimo cielo, llamada Bayt al Ma’mur, lugar donde cada ángel reza una sola vez
sin volver a entrar en ella una segunda, estando siempre repleta (tal es la
cantidad de ángeles en los cielos).
No obstante, no nos
olvidemos que el corazón de los cielos y de la tierra es el corazón del Mu’min (verdadero creyente), el cual según el hadiq
qudsi es capaz de contener a Allâh. Y de estos corazones el corazón es el de
Muhammad Rasulu-l-Lâh. Y después de ello Allâh – a El la Gloria y la Majestad –
engloba todo corazón en Su inmensidad infinita la cual no tiene nombre y la cual
las inteligencias más avezadas nunca han podido ni podrán penetrar.
Luz sobre
luz
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