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viernes, 4 de octubre de 2013

El significado profundo del Aid

¿QUE ES REALMENTE EL AID ?

Bismi-l-Lâhi-r-Raḥmâni-r-Raḥîm

Y la plegaria y la paz sobre Muḥammad, la corona de los enviados y el límite de la perfección de la humanidad; asi mismo sobre su familia purificada y sus compañeros, y sobre todos ellos la paz perfecta.

Observo desde mi ventana pasar filas y filas de corderos mostrándose para ser elegidos como víctimas de un sacrificio que se apresura. El ‘Aid se acerca.

Unos corren de un lugar a otro dándose tiempo para elegir el mejor animal: el de rostro más bello y mejor formado; sin duda será para ellos un éxito si llegan a elegir bien y pueden mostrar a familiares, amigos y vecinos el objeto de su elección, ufanos, orgullosos y satisfechos. Un bello animal para sacrificar en un día de fiesta santificada por Allâh.

Sin duda tienen una buena razón; no hay nadie quien les pueda reprochar su actitud; es una ocasión la cual se presenta una vez por año y hay que apovecharla.

En la mañana de la fiesta se presentarán en la mezquita ofreciendo mil takbires para reconocer la enorme grandeza del Creador y Señor, Allâh el Altísimo. Rezarán, mejor dicho rezaremos. Felicitaremos el Aid en la mezquita e iremos raudos a la casa, abriendo la puerta de par en par con una sonrisa radiante de felicidad diciendo a los nuestros: Aid Mubarak. Acto seguido, nos dirigiremos al sacrificio. Nos aseguraremos que la hoja del cuchillo se encuentra bien afilada y diciendo “Bismi-l-Lâh Allâhu Akbar” la deslizaremos, asegurándonos bien de seccionar la yugular con un solo gesto. El pobre animal agonizará, conociendo probablemente (Allâh sabe más) su lugar en el Paraíso. Mientras tanto nosotros pediremos perdón a Allâh por nuestras faltas y solicitaremos de Su generosidad que nos purifique.

Después de eso vendrá el comer parte de sus vísceras para asegurarnos la baraka de ese día bendito. Más tarde iremos a casa de los familiares y amigos y ellos vendrán a las nuestras para felicitarnos el Aid, con efusión, con una gran sonrisa en el rostro, tal y como debe ser en un día tan importante.

Y habremos festejado el Aid una vez más.

¿Es esto cierto? ¿Lo habremos festejado tal y como se debe? La respuesta es sí, sin duda; pero falta algo más.

¿Nos hemos preguntado cuál es el significado profundo de esta fiesta? ¿Va este significado más allá de una Sunna Mu’aqqada a cumplir? Indudablemente sí; hay mucho más detrás del ‘Aid de lo que la mayoría de la gente conoce y cree. Y acto seguido vamos a hablar de ello.

Todo un profeta-enviado, sayyidina Ibrâhîm – sobre él la paz - , todo un jalil (amigo) de Allâh, puesto a prueba; no bastando con haber sido introducido en el fuego a causa de su propio padre y del faraón Nimrod, Allâh nos quiso mostrar el ejemplo supremo de paciencia y sumisión en nuestro Ibrâhîm pidiéndole el sacrificio supremo que un hombre podría hacer: el de su propio hijo.

Resignado el padre comunica al hijo, sayyidina Isma’il – sobre él la paz -, mientras probablemente las lágrimas corrían pos su rostro de padre, la decisión de Allâh de ser sacrificado a manos de él mismo, de su propio padre, el hombre santo a quien tanto amaba. La reacción del hijo ¿mejor que la del padre? Solo Allâh lo sabe, bajando la cabeza y diciendo a su padre: “Padre, si Allâh así te lo ha ordenado yo te seguiré gustosamente”.

Padre e hijo se ponen en camino con el corazón compungido, tristes y resignados. En este momento Chaytan aprovecha para hacerles retrodecer sugiriéndoles el no obedecer al Altísimo. Sin embargo, el padre, decidido y con completo conocimiento de causa, toma unos guijarros del suelo y se los arroja – lapidado sea chaytan -.
No tardaron los dos en subir y tratar de cumplir con el mandato divino, cuando, el cuchillo ya en la garganta, Allâh por medio del ángel, premia a padre e hijo con la absolución.

Ibrâhîm dio a Allâh lo mejor de si mismo: su hijo; e Isma’il también lo dio: su propia vida. Allâh aceptó el sacrificio de ambos, perdonó la vida al hijo y les ofreció un animal puro para degollar en su lugar.

Todo eso lo conocemos diréis; sí, todo eso lo conocemos. Pero no debemos quedarnos aquí.

De hecho, más que la conmemoración de este acontecimiento memorable, el Aid es otra cosa; va más allá. No se trata en él del sacrificio de un hijo, sino antes bien del sacrificio del propio ser para someterse absolutamente a la Voluntad de Allâh; no solamente en un hecho aislado, por importante que pudiera parecer, sino en todos los aspectos de la vida, ofreciendo completamente nuestro ser a Su Creador a fin de que El disponga a Su completa Voluntad sin encontrar oposición alguna.

Y el mayor sacrificio es el de nosotros mismos, peleando contra nuestra nafs en el Yihad al Kabir (la Guerra Santa Mayor) tal y como dijo nuestro santo Profeta – sobre él la plegaria y la paz -. Este sacrificio total hasta obtener la derrota del nafs ‘amara bi-s-su’i (el nafs que incita al mal) hasta que se convierta en nafs mutma’inna (aceptada por Allâh) es el sello de identidad de Profetas y ‘awliyya de Allâh, en resumidas cuentas, de las cimas del conocimiento y la religión.

No obstante, cada uno de nosotros debe tener en cuenta este aspecto profundo del Aid. Si no estamos a la altura de esta gesta, debemos al menos ganar terreno a nuestro nafs, sea desproveyéndola de un apego determinado, sea haciéndole ejecutar una obra superogatoria (nafila) regularmente a partir de esta fecha señalada. Sin duda no llegaremos al nivel de sayyidina Ibrâhîm; pero al menos intentaremos emularle y cumplir así con el alto significado de ese día tan señalado e importante llamado el Aid al Kabir.
Nuestros deseos pues para que este día sea para vosotros, queridísimos hermanos/as una fecha inolvidable en vuestras vidas. Quiera Allâh hacernos mejores a todos, unir nuestros corazones y sensibilizarlos a fin de poder contemplar la Verdad y amar a Allâh, a nuestro Profeta, a los musulmanes y al Islam.



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