¿QUE ES REALMENTE EL AID ?
Bismi-l-Lâhi-r-Raḥmâni-r-Raḥîm
Y la plegaria y la paz sobre Muḥammad, la corona de los enviados y el
límite de la perfección de la humanidad; asi mismo sobre su familia purificada
y sus compañeros, y sobre todos ellos la paz perfecta.
Observo desde mi ventana pasar filas y filas de corderos mostrándose
para ser elegidos como víctimas de un sacrificio que se apresura. El ‘Aid se
acerca.
Unos corren de un lugar a otro dándose tiempo para elegir el mejor
animal: el de rostro más bello y mejor formado; sin duda será para ellos un
éxito si llegan a elegir bien y pueden mostrar a familiares, amigos y vecinos
el objeto de su elección, ufanos, orgullosos y satisfechos. Un bello animal
para sacrificar en un día de fiesta santificada por Allâh.
Sin duda tienen una buena razón; no hay nadie quien les pueda
reprochar su actitud; es una ocasión la cual se presenta una vez por año y hay
que apovecharla.
En la mañana de la fiesta se presentarán en la mezquita ofreciendo mil
takbires para reconocer la enorme grandeza del Creador y Señor, Allâh el
Altísimo. Rezarán, mejor dicho rezaremos. Felicitaremos el Aid en la mezquita e
iremos raudos a la casa, abriendo la puerta de par en par con una sonrisa
radiante de felicidad diciendo a los nuestros: Aid Mubarak. Acto seguido, nos
dirigiremos al sacrificio. Nos aseguraremos que la hoja del cuchillo se
encuentra bien afilada y diciendo “Bismi-l-Lâh Allâhu Akbar” la deslizaremos,
asegurándonos bien de seccionar la yugular con un solo gesto. El pobre animal
agonizará, conociendo probablemente (Allâh sabe más) su lugar en el Paraíso.
Mientras tanto nosotros pediremos perdón a Allâh por nuestras faltas y
solicitaremos de Su generosidad que nos purifique.
Después de eso vendrá el comer parte de sus vísceras para asegurarnos
la baraka de ese día bendito. Más tarde iremos a casa de los familiares y
amigos y ellos vendrán a las nuestras para felicitarnos el Aid, con efusión,
con una gran sonrisa en el rostro, tal y como debe ser en un día tan
importante.
Y habremos festejado el Aid una vez más.
¿Es esto cierto? ¿Lo habremos festejado tal y como se debe? La
respuesta es sí, sin duda; pero falta algo más.
¿Nos hemos preguntado cuál es el significado profundo de esta fiesta? ¿Va
este significado más allá de una Sunna Mu’aqqada a cumplir? Indudablemente sí;
hay mucho más detrás del ‘Aid de lo que la mayoría de la gente conoce y cree. Y
acto seguido vamos a hablar de ello.
Todo un profeta-enviado, sayyidina Ibrâhîm – sobre él la paz - , todo
un jalil (amigo) de Allâh, puesto a prueba; no bastando con haber sido
introducido en el fuego a causa de su propio padre y del faraón Nimrod, Allâh
nos quiso mostrar el ejemplo supremo de paciencia y sumisión en nuestro Ibrâhîm
pidiéndole el sacrificio supremo que un hombre podría hacer: el de su propio
hijo.
Resignado el padre comunica al hijo, sayyidina Isma’il – sobre él la
paz -, mientras probablemente las lágrimas corrían pos su rostro de padre, la
decisión de Allâh de ser sacrificado a manos de él mismo, de su propio padre, el
hombre santo a quien tanto amaba. La reacción del hijo ¿mejor que la del padre?
Solo Allâh lo sabe, bajando la cabeza y diciendo a su padre: “Padre, si Allâh
así te lo ha ordenado yo te seguiré gustosamente”.
Padre e hijo se ponen en camino con el corazón compungido, tristes y
resignados. En este momento Chaytan aprovecha para hacerles retrodecer
sugiriéndoles el no obedecer al Altísimo. Sin embargo, el padre, decidido y con
completo conocimiento de causa, toma unos guijarros del suelo y se los arroja –
lapidado sea chaytan -.
No tardaron los dos en subir y tratar de cumplir con el mandato
divino, cuando, el cuchillo ya en la garganta, Allâh por medio del ángel,
premia a padre e hijo con la absolución.
Ibrâhîm dio a Allâh lo mejor de si mismo: su hijo; e Isma’il también
lo dio: su propia vida. Allâh aceptó el sacrificio de ambos, perdonó la vida al
hijo y les ofreció un animal puro para degollar en su lugar.
Todo eso lo conocemos diréis; sí, todo eso lo conocemos. Pero no
debemos quedarnos aquí.
De hecho, más que la conmemoración de este acontecimiento memorable,
el Aid es otra cosa; va más allá. No se trata en él del sacrificio de un hijo,
sino antes bien del sacrificio del propio ser para someterse absolutamente a la
Voluntad de Allâh; no solamente en un hecho aislado, por importante que pudiera
parecer, sino en todos los aspectos de la vida, ofreciendo completamente
nuestro ser a Su Creador a fin de que El disponga a Su completa Voluntad sin
encontrar oposición alguna.
Y el mayor sacrificio es el de nosotros mismos, peleando contra
nuestra nafs en el Yihad al Kabir (la Guerra Santa Mayor) tal y como dijo
nuestro santo Profeta – sobre él la plegaria y la paz -. Este sacrificio total
hasta obtener la derrota del nafs ‘amara bi-s-su’i (el nafs que incita al mal)
hasta que se convierta en nafs mutma’inna (aceptada por Allâh) es el sello de
identidad de Profetas y ‘awliyya de Allâh, en resumidas cuentas, de las cimas
del conocimiento y la religión.
No obstante, cada uno de nosotros debe tener en cuenta este aspecto
profundo del Aid. Si no estamos a la altura de esta gesta, debemos al menos
ganar terreno a nuestro nafs, sea desproveyéndola de un apego determinado, sea
haciéndole ejecutar una obra superogatoria (nafila) regularmente a partir de
esta fecha señalada. Sin duda no llegaremos al nivel de sayyidina Ibrâhîm; pero
al menos intentaremos emularle y cumplir así con el alto significado de ese día
tan señalado e importante llamado el Aid al Kabir.
Nuestros deseos pues para que este día sea para vosotros, queridísimos
hermanos/as una fecha inolvidable en vuestras vidas. Quiera Allâh hacernos
mejores a todos, unir nuestros corazones y sensibilizarlos a fin de poder
contemplar la Verdad y amar a Allâh, a nuestro Profeta, a los musulmanes y al
Islam.
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