A-s-salamu 'alaykum:
La paz de Allâh sobre vosotros, familias y seres queridos
Una
figura respetada antaño, brillante por su sabiduría y escasez; convertida ahora
en vulgar, insustancial y vacía de contenido: El Maestro; sí, he dicho El
Maestro.
Antaño,
para ser maestro se debía hacer gala de una sabiduría contrastada, una paciencia y una
presencia a prueba de bombas. Una figura ten respetada como temida; respetada
porque encarnaba esa sabiduría que no poseíamos y temida por su poder para
aprobar o desaprobar actitudes y hasta las más íntimas convicciones.
Ahora,
cualquiera es maestro, cualquiera es experto, y el que no corre vuela para
obtener ese título, y así poderlo mostrar al auditorio, subido en el pedestal
de la propia nadidad ignorante, tratando de esa manera de impresionar a los
débiles y ser famoso entre los crédulos, mostrando su incompetencia a los
cuatro vientos.
¡Qué barato está el ser maestro en nuestros días!
Opinan
de todo y no saben de nada, hablan de lo que no conocen pues poco saben en
realidad, gritan de impotencia frente a la verdad y se enfangan en el error,
posan ante las cámaras se hacen grabar vídeos, se mueren por ser conocidos, se
les hace la boca agua cuando de ellos se habla. Te dicen que no es educado
denunciar a los mentirosos, ya que ellos son los mentirosos. No les importa
otra cosa que estar en boca de todos, se hable de ellos, se les crea, se les
venere, se les tenga en todo tipo de consideraciones. ¿La verdad? ¿de qué sirve
eso en los tiempos que corren? Interesa tener a la gente en la ignorancia,
enfangarles en el error, crearles inseguridad a través de mentiras arteras; en
definitiva, se trata de convencer, y para ello la verdad es un escollo, algo de
lo cual es necesario huir, no sea que se descubra el juego y se pierda el
estatus. Con una gran dosis de estoica insolencia el “maestro” percibe con
placer que nadie es capaz de contradecirle: - “El negocio marcha – dice – que tonta
es la gente”.
Desde USA
con perilla, Barranquilla con ignorancia hasta Córdoba con la impunidad que
proporcionan las subvenciones, pasando por Chipre y hasta Turquía, los
maestrillos, ya se llamen Isa, Toñito el Asturiano, Osman, Nazim o Habib Ali, Ibn
Uzaymin u otros, pululan por centenas; sí por centenas; tan barata ha llegado a
ser la sabiduría.
Sabiduría
de papel confeccionada con barro de ignorancia envuelto en papel de regalo.
Lejos
quedan esos días donde nuestros profesores nos enseñaban las Matemáticas y la
Física, con las cuales podíamos saber que 2 más 2 son cuatro, que no da lo
mismo 8 que 80 y que no es oro todo lo que reluce.
Hoy la
verdad no es aquello que enseña y beneficia al espíritu, sino lo que da brillo
a los ojos y lustre al bolsillo; hoy la sabiduría se mide en Euros y Dólares,
se almacena en vídeos y Dvds y entra por los ojos. Hoy se puede hablar de todo,
opinar de todo y estar orgulloso del saber conociendo cuatro consignas y otras
cuatro diatribas; hoy, en resumen, la sabiduría está por los suelos y los
sabios en el lodo.
Hoy 2 mas 2 son “lo más posible” y 80 y 8 dan lo mismo
porque se buscan millones. Hoy reluce todo menos el oro.
¿Pero
dónde están los maestros de verdad? Se me preguntará -
¿Acaso usted se preocupó
de buscarlos?- Responderemos.
Se
acabó el interés por la sabiduría, quedó engullido por el interés en el dinero.
¿Alguien
quiere empeñarse en demostrar lo contrario? Si alguien se empeña pues, que sepa
que va a tener que envolver a esos “maestros” en papel de estraza y arrojarlos
a allí de donde nunca debieran haber salido; quizás si esto hace se le habra
una puerta hacia el conocimiento.
Salam
No hay comentarios:
Publicar un comentario