Bismi-l-Lâhi-r-Rahmani-r-Rahim
Tenemos
como costumbre dejarnos llevar por los acontecimientos cuando hacemos una
entrada, es decir, esperamos que suceda algo lo cual nos indique el tema a
tratar, antes de decidir nosotros mismos a través de un plan preconcebido e
inamovible. El faquir es el hijo del momento, y como dichos momentos vienen
acompañados de acontecimientos, no le resulta difícil el ver con exactitud por
donde debe correr la pluma. Aunque
nuestro chayj nos ha dado permiso para escribir y nos anima a ello, creedme que
no nos ha otorgado planing alguno a seguir. No en vano aquí no estamos en una
secta, sino en un lugar donde las noticias del mundo de las decisiones divinas,
llegan y se renuevan a menudo.
Todo
comenzó en el año 1998 con la visita de Habibu-l-Lâh Casado. Venía acompañado
de un vecino, al que, sin mucho esfuerzo, convencimos para hacer la shahada:
así, Francisco pasó a llamarse Isma’il, pues nos encontrábamos en el día del Aid al Kabir.
En ese mismo día, sidi Salah (mi chayj y padre político), en cuya casa nos
encontrábamos, inmediatamente después de la chahada de Isma’il, se volvió hacia
mí diciendo: “Te nombro mi moqaddem y te voy a enviar a España al igual que
sidi Abdessalam Ta’lidi envió a sidi Abderrahman”.
Le
contesté diciendo que no se daban las circunstancias en España para esa misión.
A esto me constestó, que el tiempo llegaría, que el tiempo de Allâh es corto.
Después
de esto hube de irme a Bélgica a seguir y terminar con mi vida profesional.
Ahora, de vuelta a Tetuán, los acontecimientos toman una velocidad inusitada y
las noticias llegan casi a diario.
Hace
dos semanas, hube de tener una visión en sueños en la cual ví como sidi
Abderrahman se encontraba agonizante (murió en 1985), rodeado de algunos de sus
discípulos. Su cuerpo se encontraba rodeado de luz. Llegué hasta él y después de
los saludos de rigor, me dijo: “Has
venido aquí lleno de Temor de Allâh y de Amor a El. Es así pues que es a ti a
quien corresponde que te entregue mi secreto y mi maqam”. Así pues me vi en el
trance de estar recibiendo ambos. Terminando el sueño vi a Yahya el gallego
jugando con imágenes cristianas y símbolos hindúes e islámicos.
No dije nada a
sidi Salah sobre la visión, pues en mi fuero interno conocía su significado.
Al día siguiente, sin saber nada, sidi Salah llamó a la casa. Nos pusimos a hablar, como tantas otras tardes después del Asr. Venía con una fotografía de Abderrahman Bedran la cual formaba parte de las pertenencias que Abdussalam Ta’lidi le dejó antes de su muerte. Me la regaló. Sin venir a cuento me preguntó: “Dime Abdul Karim: ¿Tienes el maqam de Abderrahman Bedrán?"
Antes de contestar pensé como tantas otras veces había sucedido algo que yo no dije a sidi Salah, y él, como habiendo recibido la noticia por otro conducto, vino inmediatamente a hablarme de ello, sin haber sido informado por nadie. Le contesté diciendo: “Francamente, no lo sé. Pero de todas formas el maqam de sidi Abderrahman no era un gran maqam”, le dije. “¿Te parece poco?" Me contestó. Le dije: “No, a’udu bi-l-Lâh, pero no es eso lo que me podría dejar satisfecho. ¿Quiere decir que me voy a quedar en el maqam de sidi Abderrahman y no voy a ir más allá?”, le dije. Me contestó diciendo: “No te he dicho eso, pero si así fuera ¿tendrías algo que decir?” Prefiero dejar aquí la continuación de la conversación y no decir lo que continuamos hablando, lo cual por respeto a Allâh ta’ala y al secreto de Sus siervos con El, no debe ser desvelado.
Al día siguiente, sin saber nada, sidi Salah llamó a la casa. Nos pusimos a hablar, como tantas otras tardes después del Asr. Venía con una fotografía de Abderrahman Bedran la cual formaba parte de las pertenencias que Abdussalam Ta’lidi le dejó antes de su muerte. Me la regaló. Sin venir a cuento me preguntó: “Dime Abdul Karim: ¿Tienes el maqam de Abderrahman Bedrán?"
Antes de contestar pensé como tantas otras veces había sucedido algo que yo no dije a sidi Salah, y él, como habiendo recibido la noticia por otro conducto, vino inmediatamente a hablarme de ello, sin haber sido informado por nadie. Le contesté diciendo: “Francamente, no lo sé. Pero de todas formas el maqam de sidi Abderrahman no era un gran maqam”, le dije. “¿Te parece poco?" Me contestó. Le dije: “No, a’udu bi-l-Lâh, pero no es eso lo que me podría dejar satisfecho. ¿Quiere decir que me voy a quedar en el maqam de sidi Abderrahman y no voy a ir más allá?”, le dije. Me contestó diciendo: “No te he dicho eso, pero si así fuera ¿tendrías algo que decir?” Prefiero dejar aquí la continuación de la conversación y no decir lo que continuamos hablando, lo cual por respeto a Allâh ta’ala y al secreto de Sus siervos con El, no debe ser desvelado.
He aquí pues
aquello lo cual hizo despertar en mi los tiempos olvidados, pensando que sería
una buena idea el sacarlos a la luz, pues tal vez pudieran ser provechosos para
aquellos quienes, interesados por una tariqa, vean en ellos un testimonio
vivido por alguien quien se encuentra en una verdadera vía siguiendo a un chayj
verdadero.
Así
pues, debo decir que no puedo recordar a sidi Abderrahman Bedrán sino es con cariño
y agradecimiento. Su carácter paciente y sincero ayudaba a hacer entrar dichos
sentimientos en el corazón. Quiera Allâh Altísimo estar satisfecho de él-.
Abderrahman
Bedran – que Allâh esté satisfecho de él – nació el día del Aid al Kabir del
año 1922 y falleció el día del Mawlid del año 1985.
Cuando
entró en la tariqa ‘alawiyya, aunque era joven (unos 17 años), no pudo llegar a
conocer al chayj Al-Alawi (fallecido en 1934). Fue por tanto discípulo de sidi
Uddah, con quien llegó a hacer la jalwah siendo muy joven. Sin embargo, aunque
waly, su maqam no era tan elevado como para poder prescindir de la ayuda de un
chayj. Una vez fallecido sidi Uddah, no aceptó la elección de El Mehdi Ibn
Tunas, quedando bajo la autoridad de Abdu-s-Salam Ta’lidi (chayj del Mehdi por
deseo de sidi Uddah), siendo Abdessalam Ta’lidi el verdadero guía espiritual de
la tariqa ‘alawiyya, una verz fallecido Uddah Ibn Tunas en 1952.
Nunca
aceptó otro chayj que
Abderrahman Ta’lidi, y sin embargo, aunque esto molestaba y mucho a los
partidarios del Mehdi y de su hijo Jalid, nadie se atrevió a sacarle de sus
funciones de Moqaddem en Tlemcem, función ésta, la cual le fue otorgada por el
chayj Uddah. Imponía respeto, tanto por su seriedad como por su innata y
sincera bondad. Como todo waly irradiaba una luz y uno experimentaba ante su
presencia la sensación de encontrarse ante un representante (jalifa) vivo del
Señor de los mundos.
Su niñez se vio
marcada por la muerte de su madre y las segundas nupcias de su padre, las
cuales para él no fueron precisamente motivo de dicha. Precisamente, su
madrastra tuvo un comportamiento bastante avieso con el joven Abderrahman. Le
insultaba y golpeaba demasiado a menudo, incluso cuando haciendo la ablución no
la respondía, pues él nunca hablaba
mientras la hacía.
Tuvo esposa y ocho
hijos, y aunque era director de la Cámara de Comercio de Tlemcem, su negativa a
cobrar reshwa y a dejarse corromper por comerciantes y gobernantes, le dejó a
merced del escaso salario estatal de un país socialista, alineado con la
antigua Yugoslavia, el cual no daba sino para lo esencial y poco más. Por ello
ocupaba la mitad de una casa paterna, teniendo acceso a un reducido espacio
donde los hijos debían dormir, todos en la misma habitación, quedando otra pieza
para el matrimonio y una cocina. Allâh le había guardado su recompensa para el ‘ajira,
pues se dio el caso que precisamente falleció meses antes de mudarse a su nueva
casa, hecha ladrillo a ladrillo con el sufrimiento de numerosos años de trabajo.
Cuando íbamos a
Tlemcem a visitarle, dormíamos en la zawiyya, donde acompañados sonoramente por
los yins, compartíamos con estos los mismos grifos para hacer las abluciones.
No hacía falta escuchar el Adhan, ellos nos despertaban cinco minutos antes, y
cuando llegábamos a los grifos, encontrábamos los aledaños completamente
salpicados de agua recientemente usada.
Recuerdo siempre de
él a una persona paciente, de hablar pausado, quien no se alteraba nunca. Sus
reproches eran hechos con ironía y nunca llegaba a herir los sentimientos del
interlocutor.
Abderrahman
intentó domar las nafs de los fuqara con la dulzura. Este método tuvo el efecto
contrario al buscado, pues tanto los citados en entradas anteriores como
algunos más, le tenían tomada la medida sabiendo hasta donde podían estirar de
la cuerda.
Puede ser que él
les dejara por imposible y se limitara a cubrir el expediente, puede ser que
con alguna gente no se pudiera hacer más.
No intentamos
decir que su comportamiento debiera haber sido tosco y rudo, pues el ‘adab del
Islam no recomienda esto, pero, ciertamente, y a vista de los resultados si se
echaba de menos “algo de firmeza”. Al menos es esta mi opinión, la cual
coincide con la de sidi Salah.
No obstante, nada
había que reprochar en su comportamiento, ni en familia, ni en sociedad, ni con
nosotros.
Seguiremos con la
vida y el carácter, la pronta e inesperada muerte de sidi Abderrahman, así como
de su trabajo en la tariqa en las próximas entradas…
Salam.
salam ´aleicum
ResponderEliminarGracias por la entrada.Gracias.
a.h.
Wa 'alaykum a-s-salam:
ResponderEliminarLo que espero, hermano, es que sirva para algo, aunque solo fuera para reflexionar sobre las cosas de Allâh.
Salam aleikum,hermano Mullor.No le quepa duda que su labor,como la del profesor Rahmanicus,no solo sirve para algo (yo diria que para mucho)sino que es altamente apreciada (estoy seguro que no solo por mi).En mi caso habiendo salido corriendo de la gente de Almodovar,cuando Allah me permitio ver el lobo debajo de la piel del cordero;y careciendo de Sheik,confio en que Vd y el profesor hacen ese papel e impiden que lo sea Shaitan.En fin,que bueno el barrio Malaga de Tetuan,y que buena gente conoci.Añoro la paisara en sus locales de trabajadores humildes cerca del zoco y la llamada a la oracion que escuchaba desde mi casa.Allah le guarde,hermano.Youssef Ali
ResponderEliminarA-s-salamu 'alaykum:
ResponderEliminarLa verdad es que Tetuán es una ciudad que engancha. Estuve por aquí desde Agosto del 97 hasta Agosto del 99 y la verdad es que estuve obligado a salir. Pero, como es norma en nuestra religión, la gente que predicamos somos los primeros que debemos sufrir en nosotros mismos los reveses que el Destino da a nuestras nafs para educarnos y saber que no somos más que nadie, que no somos nada sin Allah.
salam ´aleicum
ResponderEliminarTetuán es una ciudad en la que sin duda viviría, es entrañable, bella en su humildad, imponente en su conjunto montañoso.También la recuerdo con amor.
Aid mubarak
a.as