Bismi-l-Lâhi-r-Rahmani-r-Rahim
Wa Allahumma salli ‘ala sayyidina
Muhammadin ‘abdika wa rasulika nabiyyi-l-‘umiyyi wa ‘ala ‘alihi wa sahbihi wa
sallimu taslima.
Dice un hadiz qudsi:
Quien causa mal a alguno de Mis aliados (‘awliyya) Yo le declaro la guerra.
Por nada mejor me complace Mi servidor, sino por el cumplimiento de aquello lo cual Yo le he
ordenado. Mi servidor creyente se acerca a Mi a través de obras superogatorias (nafila)
hasta que Yo le amo; y cuando Yo le amo, Me convierto en el oído con el que
escucha, el ojo con el que ve, la mano con la que toma y el pie con el que
camina. Si Me pide alguna cosa Yo se la concedo y si Me pide protección, se la
acuerdo.
No tenemos la
intención de desgranar todos los elementos de este hadiz; como se puede
comprender, se podrían escribir, basándose en él, tratados enteros. Vamos pues,
únicamente, con la ayuda de Allâh Altísimo, a concentrarnos sobre las palabras: “Mi
servidor creyente se acerca a Mí a través de obras superogatorias hasta que Yo
le amo”.
¿Qué obras pues son estas? ¿Cómo podemos adivinar cuales
son las obras, que, trascendiendo el ámbito de lo ordenado y prohibido
nos acercan a nuestro Señor?
¿Es el ayuno? ¿Son las plegarias voluntarias? ¿O
cualquier otra obra específica? ¿Se trata de una amalgama de todas las buenas
obras las cuales no estamos obligados a cumplir? ¿Por qué Allâh Altísimo no ha
especificado en este hadiz cuáles son las obras superogatorias las cuales nos acercan
a Él? ¿Sabeis por qué?:
Primeramente, el
realizar obras superogatorias para acercarse a Allâh no se encuentra al alcance
de todos los creyentes, sino de aquellos los cuales Allâh ha destinado para
este menester. En adición, porque dichas obras varían según las personas y las
circunstancias, y su administración debe venir dada por un chayj conocedor de
las almas, al igual que un médico, conocedor del cuerpo humano, es el único
quien posee las facultades necesarias a fin de prescribir un tratamiento adecuado.
Veamos pues como las siguientes palabras nos proveen una pista
preciosa para dar respuesta a todas estas preguntas: una llave de oro capaz de
abrir todas las puertas cerradas hasta hoy. Escuchad con mucha atención:
“Allâhumma ya man ŷa’alta salata ‘ala-n-Nabi
mina-l-qurubat; ataqarrabu ‘ilayka bikulli salatin sullyat ‘alayhi min
‘awali-n-nas ‘ati ‘ila mâ lâ nihayata li-l-kamalat”
Señor nuestro, que has hecho de la salat sobre el Profeta
un medio para acercarse a Ti, me acerco a Ti en toda plegaria la cual hago sobre
él, desde el principio hasta que se complete el fin”
Esta recitación
realizada a diario en el wird de la tariqa ‘alawiyya nos da la clave sobre cuál
es la obra superogatoria por excelencia.
En efecto, no podemos presentarnos ante Allâh sino es de la mano de sayyidina
Muhammad – sobre él la plegaria y la paz -, la corona y el sello de los
profetas, guía de los bienguiados y primer adorador de nuestro Señor – alabado
sea -.
Muchos, equivocadamente, consideran que la plegaria sobre
el Profeta ocupa un lugar intermediario entre las invocaciones. Piensan que
realizar directamente el dikr del Ism (Allâh) es la obra destinada a la élite
de los elegidos, y quien lo realiza goza de un gran lugar de proximidad
junto a Allâh; buscan insaciablemente recitar el Nombre de Allâh para destacar sobre sus hermanos, poniendo casi una pistola en el pecho del chayj para que se lo transmita. Esta actitud contraria al espíritu de la tariqa, nacida de la ambición personal y de una comprensión academicista-occidental ha extraviado a muchos,
quienes, no han podido comprender como dicho nombre no puede ser invocado sin
haber realizado el maqam muhammadi, es decir, el maqam que nos pone en contacto
con el Profeta y nos hace revestirnos de sus nobles cualidades. Sin ser
Muhammadi no se puede adorar a Allâh convenientemente.
Este maqam Muhammadi, no es ni muchísimo menos mediocre
ni intermedio, antes bien se trata de un gran maqam el cual releva directamente de una
proximidad a Allâh mucho mayor de lo comunmente imaginado. Hermanos, fuqara’, no
podemos decir el nombre de Allâh sino es con el permiso y complacencia de
nuestro santo Profeta, representado convenientemente en la persona de un chayj
cualificado; la recitación del Ism Allâh es solamente válida si se realiza en
la ultimísima fase de nuestro camino por la tariqa, y no es efectivo si antes
no nos hemos revestido de las nobles cualidades de sayyidina Muhammad. No
cualquiera está cualificado para este fin, sino unos pocos.
Muy pocos chuyuj
verdaderos existen en estos tiempos. No nos engañemos con las apariencias ni
con las declaraciones de grandeza sobre determinadas personas, quienes utilizan
todos los medios a su alcance (fundamentalmente dinero y fama)para desviar a la gente que tiene aspiración al
conocimiento y acercamiento de Allâh. En el mercado, hermanos, muchos nos
quieren vender frutas podridas: relucientes por fuera, venenosas por dentro. El
verdadero chayj no se viste con un turbante verde, cuidadosamente enrollado en
la cabeza, ni con túnica lujosa y bien tejida, ni encarga a sus discípulos que
le lleven el chocolate por las mañanas en su lujoso castillo escocés; tampoco se hace rodear de un grupo "elitista", los miembros del cual cacarean día y noche las falsas cualidades del impostor, no mostradas a la luz de miedo de verse denunciadas y ridicularizadas: eso
solamente lo hacen los impostores. Mucho cuidado hermanos con las apariencias, pues
en ellas que se esconde el chaytan:
Lo que más le gusta al chaytan es mezclar la mentira con la verdad – Hadiz
Al nafs le gusta las apariencias, el boato, el brillo,
los fuegos de artificio, las palabras pomposas dichas pausadamente, controlando
el gesto, el ser especial y elegido por Allâh entre el resto de la "vulgar humanidad". Por eso, todos esos chuyuj falsos toman una de estas formas para
extraviar a los pobres que caen en sus fauces.
El verdadero maestro se encuentra revestido de sencillez,
pues es el velo de la sencillez que esconde el secreto.
El faquir verdadero es sencillez: la sencillez que da la sinceridad, pero a su vez su mirada es penetrante como la del halcón.
El faquir verdadero es sencillez: la sencillez que da la sinceridad, pero a su vez su mirada es penetrante como la del halcón.
¿No decía el Qurayš, refiriéndose al Profeta: “Vamos a
seguir a alguien como nosotros quien se pasea y compra en los mercados”?
Si alguno me argumenta que porque motivo realizo las
críticas sobre los falsos chuyuj, les diré:
Leed la Fatiha. ¿No se dice en la Fatiha: “El camino de aquellos a quienes has
favorecido y no el de aquellos sobre quienes está Tu Cólera ni el de los
extraviados”?
Si pues el Libro Santo se refiere a los condenados y
extraviados cuando habla del camino recto: ¿Cómo podría yo pues hacerlo de otra
manera? Para mostrar el bien es necesario señalar donde está el mal. El Sagrado
Qur’an así nos lo muestra.
En relación a la plegaria sobre el Profeta se pueden decir muchas
más cosas. Pero nuestras palabras de hoy están únicamente destinadas a la
sorpresa la cual sabemos que causará en muchos la noticia de que la plegaria
sobre el Profeta es la obra superogatoria por excelencia para aproximarse de
Allâh.
Salam.
salam ´aleicum
ResponderEliminarMuchas gracias una vez más, gracias por tu ánimo y energia en denunciar conductas reprochables, las nuestras propias.
salam
A hayy