La Sabiduría es un Océano sin orillas, pero cuando se envuelve en palabras pierde el noventa por ciento de su fuerza.
Por eso un chayj sufi dijo en una ocasión:
Los libros son las cenizas del conocimiento.
La verdadera sabiduría se encuentra en el corazón y solo puede ser captada por aquel quien se ha dado a Allâh por completo. Y no puede ser aprendida en los libros, pues se terminará siendo un micrófono de lo que dijo el uno o el otro.
La verdadera sabiduría pasa del corazón del sabio verdadero al corazón del verdadero aspirante, sin ser apercibida ni por los curiosos ni por los detractores.
Ella se transmite, bien protegida y guardada, a pesar de los pesares, pues su garante es Allâh.
CUIDADO CON EL EGO
Una verdadera persona de ego no es aquella que va faltando el respeto al uno y al otro, que va avasayando con sus palabras y sus actitudes; no es aquella que se encuentra todo el tiempo haciéndonos ver sus bellas cualidades, su superioridad con respecto al resto y otras actitudes equivalentes de narcisismo confeso.
Aunque una persona como esta, sea una persona de ego, como de hecho lo es; la verdadera persona de ego, el verdadero ególatra va mucho más allá.
El ególatra verdadero llega incluso a sugerir que la Ley Divina, la Sunna del Enviado - sobre él la plegaria y la paz - y el propio Destino decretado por Allâh en el Lauhu-l-Mahfud (La Tabla bien Guardada), deben ser alterados y cambiados para darles satisfacción a ellos; precisamente a ellos, tan especiales como son!!!!
Estas son pues las características del verdadero ególatra, del verdadero rebelde contra Allâh.
En cuanto a nosotros, quienes a pesar de las montañas de defectos que tenemos, intentamos complacer a nuestro Señor y servirle con lo mejor que hay en nosotros, a ninguno se nos pasaría ni tan siquiera por la imaginación la tremenda locura de no aceptar las decisiones de Allâh, sean las que fueren. ¿Acaso un sometido a Allâh es igual a un contestatario? Y ese es el rotundo éxito de la sumisión, a saber:
El confiarnos en el mar de Generosidad y Misericordia de la Divinidad, Quien nos proveerá de una naturaleza y de una sabiduría que se encuentran más allá de la imaginación.
TEMOR Y CONFIANZA
A-s-salamu 'alaykum:
CUIDADO CON EL EGO
Una verdadera persona de ego no es aquella que va faltando el respeto al uno y al otro, que va avasayando con sus palabras y sus actitudes; no es aquella que se encuentra todo el tiempo haciéndonos ver sus bellas cualidades, su superioridad con respecto al resto y otras actitudes equivalentes de narcisismo confeso.
Aunque una persona como esta, sea una persona de ego, como de hecho lo es; la verdadera persona de ego, el verdadero ególatra va mucho más allá.
El ególatra verdadero llega incluso a sugerir que la Ley Divina, la Sunna del Enviado - sobre él la plegaria y la paz - y el propio Destino decretado por Allâh en el Lauhu-l-Mahfud (La Tabla bien Guardada), deben ser alterados y cambiados para darles satisfacción a ellos; precisamente a ellos, tan especiales como son!!!!
Estas son pues las características del verdadero ególatra, del verdadero rebelde contra Allâh.
En cuanto a nosotros, quienes a pesar de las montañas de defectos que tenemos, intentamos complacer a nuestro Señor y servirle con lo mejor que hay en nosotros, a ninguno se nos pasaría ni tan siquiera por la imaginación la tremenda locura de no aceptar las decisiones de Allâh, sean las que fueren. ¿Acaso un sometido a Allâh es igual a un contestatario? Y ese es el rotundo éxito de la sumisión, a saber:
El confiarnos en el mar de Generosidad y Misericordia de la Divinidad, Quien nos proveerá de una naturaleza y de una sabiduría que se encuentran más allá de la imaginación.
ORGULLO
Sin duda que el orgullo es la perdición del ser humano.
Sin duda que todos hemos sentido el orgullo, aunque sea en contadas ocasiones.
Sin duda que si somos sensatos nunca nos sentiremos a salvo de ese sentimiento tan nefasto; porque sentirse a salvo de él es ya orgullo én si mismo.
Por eso, desconfiemos de nosotros mismos y pongamos nuestras miras en el Poder de Allâh, Quien hace lo que quiere con Su Creación y sin embargo se ha prescrito a Si Mismo la Misericordia; El que es el Unico que tiene derecho a tener orgullo.
VERDAD Y OPINION
La Verdad es la luz que viniendo de la Esencia nos trae destellos de nuestra verdadera naturaleza celeste.
Seguirla, es avanzar, desprendiéndonos de nuestra naturaleza animal para ascender a las esferas del conocimiento.
Faltar a la Verdad es hundirse en las fauces del "yo" animal.
La verdadera opinión es la de exponer un punto de vista sobre esa Verdad y por lo tanto solamente puede ser emitida por quien la conoce (La Verdad) en la medida necesaria para poder emitir un juicio.
Lo que se conoce comunmente como "opinión" es la confesión de la propia ignorancia. Las gentes "opinan" de lo que no conocen y pretender poner sus sospechas al nivel de la propia Verdad. Todo eso nos sumerge en nuestra naturaleza animal.
¿Cómo podría opinar un analfabeto sobre Sintaxis? Pues con mayor razón solo puede opinar de Religión quien la conoce a fondo para poder establecer un juicio. Ayá cada uno con su grado de responsabilidad y de madurez
El motor de la opinión ciega es el orgullo, ese orgullo que motivó a Iblis a argumentar a Allâh que él estaba hecho de fuego mientras Adan - sobre él la paz - fue creado de barro, no soportando la realidad de la existencia de alguien mejor que él. Pero, al Hamdu li-l-Lâh, Allâh crea lo que El quiere y no tiene porque dar cuentas a nadie.
El mayor ignorante y pretencioso es aquel quien llega a negar la existencia de la Verdad por el solo hecho de no conocerla o no desearla conocer. ¿No es necedad negarle a otro el derecho de conocer la verdad por el solo hecho de ser uno mismo ignorante?
Si alguien se atreve a opinar de aquello que desconoce, sabed que es su orgullo ciego el que le motiva a obrar así. Y ese orgullo se apodera de él hasta que lo convierte en un juguete de las fuerzas tenebrosas lideradas por aquel quien - lapidado sea - está apostado a lo largo del camino para extraviar a cuantos pueda.
Así pues, acerquémonos a la Verdad a través de las gentes de la Verdad y separémonos de la mentira, apartándonos de las gentes de la mentira.
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