Extracto del libro
al-Alawi “Palabra certera para quien critica el sufismo” donde demuestra la
legitimidad de visitar las tumbas de los ‘awliyya.
Empieza aquí:
Continúas de esta guisa,
y después señalas un conjunto de innovaciones de las cuales es conveniente
preservarse, y sobre este tema, tanto el ciego como el hombre clarividente, no
pueden hacer otra cosa que concederte la razón. Queda claro, no obstante, que
este pasaje no sirve sino como preludio a fin de introducir los ataques que le siguen,
donde te cebas cuanto puedes sobre las tumbas de los Justos y sobre aquellos quienes
las visitan. En efecto, si hubieras buscado realmente denunciar todas estas
innovaciones, habrías abordado cada una de ellas en detalle, pero en realidad
es este asunto de las visitas a la tumbas el único que te interesa. Y si
realmente desearas prevenir del riesgo de asimilación a los infieles,
consagrarías entonces un capítulo a ponernos en guardia contra las costumbres
extranjeras, que tanto nuestros hijos como nuestras esposas han adoptado, a fin
de que las tradiciones islámicas y los caracteres árabes pudieran mantenerse
entre nosotros.
Al contrario, en lugar de
esto, te dedicas a sacar temas que no sirven sino a sembrar la discordia. ¿Te
das cuenta de lo que haces? Citas a Sidi ‘Ali al-Ayuri quien dice a propósito
de la veneración de las tumbas: «Si él (el Profeta) viviera
en nuestra época, diría que se las adora, olvidando el “no se está lejos de”,
pues tanto sus palabras como sus actos son elocuentes al respecto.» ¡Por Allah, es increíble! ¿Cuándo pues la
comunidad musulmana ha apostatado para terminar adorando las tumbas? Hubieras
debido ceñirte a las palabras de al-Ayuri, proveyéndote así de una puerta de
salida, tanto como a los musulmanes. Y si fuera necesario verdaderamente lanzar
una tal acusación, - ¡que Allah no lo quiera! - , hubiera valido más explicarse
por alusión. Pero, ¡qué audacia! Por Allah, el creyente no puede atreverse a
sospechar de apostasía a quien fuere, y menos aún juzgar y declarar apóstatas a
gentes quienes forman parte de los mejores siervos de Allah. En efecto, todas
las gentes de la Tradición veneran a los justos de la comunidad, se benefician
de la baraka inherente a sus tumbas, recurriendo a ellos en las situaciones
importantes: siendo su objetivo en todo esto únicamente el de beneficiarse de
su intercesión junto a Allah – exaltado sea.
A pesar de la claridad de
tus afirmaciones, temías probablemente de que aún subsistiera una duda de
ambigüedad en tus afirmaciones, y que por lo tanto no se comprendiera
completamente por ellas que las gentes de esta época son apóstatas adoradores
de tumbas. Insistes pues, a fin de garantizar a tu lector una perfecta
comprensión en este punto: «Se encuentra en el Sahih
un hadiz transmitido por ‘Aisha – que Allah esté satisfecho de ella -, según el
cual Umm Habiba y Umm Salama – que Allah esté satisfecho de ellas – hablaron al
Profeta – sobre él la plegaria y la paz – de una iglesia la cual ellas habían
visto en Etiopía, dentro de la cual se encontraban representaciones (imágenes);
este último dijo entonces: “Estas gentes, cuando muere uno de sus
hombres piadosos, construyen sobre su tumba un lugar de prosternación (masyid)
y construyen imágenes de las cuales se sirven: ellos serán los peores de los
hombres a los ojos de Allah el día de la Resurrección”. Las
gentes de nuestra época les han seguido en esto y ellos son los peores de los
hombres y aún más, de los seres vivientes. »
¡Gracias te sean dadas, de parte de la comunidad de
Ahmad! Y ¡que Allah te retribuya con lo que te convenga! Por Allah, al Enviado
no le gustaría escuchar que los miembros de su comunidad son los peores de los
hombres y de los seres vivientes. ¡No te ha bastado con denigrar sus prácticas
e invalidar sus creencias! Has llegado a colocarlos en el grado más bajo del
infierno, comparándoles a los adoradores de ídolos; provisto que el legislador
dice de estos últimos, que son los peores de los hombres, mientras que tú,
afirmas de tus correligionarios que son los peores de los hombres y de los
seres vivientes. Por otra parte, aún si estuviéramos de acuerdo en que hubiera
gentes comunes quienes pudieran asemejarse a aquellos a quienes se menciona en
el hadiz, ¿cómo se puede afirmar que se encuentren al mismo nivel? Para
terminar, si el juicio del legislador en referencia a estos últimos es que son
los peores de los hombres, de ello no se deduce que aquellos quienes se les
asemejan sean igualmente “los peores de los hombres”, y aún menos “de los seres
vivientes”.[1]
¿No
comprendes que el Profeta -sobre él la
plegaria y la paz – ha hablado de esta manera a fin de poner en guardia a su
comunidad? “Es así como Allah infunde
temor a Sus siervos”[2].
Pues en realidad, él estaba convencido de la firme certeza de su comunidad (en
la adoración de un Dios único) y del hecho de que ésta no sería alterada. Según
Ibn Umar – que Allah esté satisfecho de su padre y de él - , el Enviado de
Allah – sobre él la plegaria y la paz – ha dicho: “Ninguna comunidad ha recibido una
certeza tan grande como la mía”[3].
Según el mismo transmisor, él dijo igualmente: “En toda comunidad, una parte de
gentes se encuentran en el paraíso y otra en el infierno, excepto la mía, la
cual, toda entera, irá al paraíso.” Estos dos hadices del Profeta
figuran en el Yami’a-s-saguir.
Ante
el testimonio que él mismo ha dado sobre la certeza de su comunidad, ¿qué puede
pues valer el tuyo? ¿Consideras que el hecho de venerar a los Justos pueda
poner en tela de juicio esta su declaración en tanto y en cuanto se les venera
por Allah? Es cierto que algunos han exagerado, pero nunca hasta el punto de
llegar a mostrar la actitud que tú les otorgas. Hubiera sido de más valor el
disponerte a exhortar a las gentes y llamarlas a Allah, pues este método brutal
no sirve sino para dar testimonio de las muy malas convicciones de su autor.
¿No has escuchado Su Palabra – exaltado sea -: “Llama a los hombres a la vía de tu Señor por la sabiduría y una bella
exhortación”? Es de suponer de que sigas en esto a la corriente wahabita,
la cual pretende que las visitas de las tumbas se encuentran totalmente
prohibidas; te hubiera faltado entonces el adoptar un método más sutil para que
esta convicción se extendiera entre nuestros compatriotas, y lograra
neutralizar su natural reacción de rechazo por ella. Dicho esto, la comunidad
se encuentra muy lejos de poder tragar una doctrina tan amarga de una sola vez.
Retomas
de la siguiente manera: «Retornemos
ahora al asunto de la visita a las tumbas. Tratándose de una mujer, todo el
mundo está de acuerdo en decir que las visitas a las tumbas están prohibidas –
los libros de jurisprudencia lo muestran claramente. El Profeta – sobre él la
plegaria y la paz – ha dicho: “Allah maldice a aquellas quienes visitan
las tumbas, así como a aquellos quienes hacen de ellas lugares de prosternación
(masayid).” En cuanto al hombre, si sus convicciones religiosas son
firmes y conformes a la fe musulmana; que esté completamente cierto que Allah
solo da y priva, y El solo –exaltado sea – puede ser útil a Sus siervos o
dañarlos; que nada que se encuentre en el lugar de la visita convierta a ésta
en ilícita – es el caso cuando las mujeres se encuentran presentes o cuando se
encuentran alfombras, o banderolas de seda, recipientes de plata o imágenes -;
entonces la visita es autorizada. Si una de las condiciones no se cumple,
entonces no es lícita. En todo caso, privarse de ella es más prudente, cuenta
habida de la debilidad de la fe en nuestra época, y que cuando un hombre desee
pedir algo a Allah – exaltado sea -, puede hacerlo en cualquier momento:
solamente cuentan su intención y su manera de manifestar su calidad de siervo
de Allah.»
Considerando
este pasaje sobre las reglas aferentes a las visitas de las tumbas, yo diría
que tienes razón en parte, aunque cometes un error monumental del cual tendrás
“noticias en poco tiempo”[4].
Tienes
ciertamente razón cuando afirmas que la visita es autorizada cuando nada se
opone desde el punto de vista de la Ley. Ahí donde te equivocas, es cuando
mencionas explícitamente como causa de prohibición las alfombras y las
banderolas de seda, así como los recipientes de plata, pues esto resulta en
suma en prohibir la visita a una tumba donde pudieran encontrarse dichos
objetos. Si tus propuestas debieran ser tomadas en cuenta, las visitas a la
Casa de Allah y a la tumba del Enviado – sobre él la plegaria y la paz – deberían
encontrarse prohibidas, pues podemos encontrar en estos dos lugares sagrados
una cantidad tal de esos objetos “que ningún ojo ha visto ni oído escuchado”.
¿Acaso ignoras que el velo el cual recubre la Ka’aba está confeccionado de seda
pura, y que se encuentran en estos dos santuarios innumerables recipientes de
oro y plata? Si pues estos objetos constituyeran efectivamente un impedimento
legal a la visita, esto invalidaría el peregrinaje de la comunidad musulmana.[5]
En
cuanto a mí respecta, digo que los hombres no tienen derecho a vestirse con
prendas de seda,[6] pero
que el legislador no ha impedido el mirarlas, ya se trate de un ornamento mural
o del velo de la Ka’aba, por ejemplo; y aun suponiendo que uno de estos objetos
fuere prohibido concerniría únicamente a aquél quien se sirve de él y no a
aquel quien lo contempla. He aquí cuanto yo conocía de la Ley antes de que
Allah me hiciera descubrir tus ideas.
No
obstante, después de haber afirmado que la visita es lícita, cuando las
condiciones mencionadas por ti se encuentran reunidas, añades, «En todo caso, es mejor privarse de ella,
cuenta habida de la debilidad de la fe en nuestra época, y que cuando un hombre
desee pedir algo a Allah – exaltado sea -, puede hacerlo en cualquier momento:
solamente cuentan su intención y su manera de manifestar su calidad de siervo
de Allah.»
Yo
diría que esta excepción que haces no es aceptable: cuando las condiciones las
cuales afirmas convertir en lícita la visita se encuentran reunidas, esta es de
hecho recomendable en razón de la orden dada por el Profeta de la cual
testimonia la tradición[7].En
caso contrario, la prohibición es aplicable como tú dices; en cuanto a mí,
hasta hoy, he dicho siempre que es prudente no rendir dicha visita cuando
existe un riesgo de mezcolanza entre hombres y mujeres; esto, siendo ya válido
para aquél quien piensa estar en seguridad (“Sin embargo estos son pocos”[8]),
lo será con mayor razón para aquel quien no piensa estarlo. Si pues las
autoridades permiten a las mujeres el visitar las tumbas, debe serles dedicado
un día en particular, y su recompensa será a cargo de Allah.
Seguidamente,
mencionas uno de los pilares más importantes de la religión, aquel el cual
permite conciliar todos los antagonismos; a pesar de que lo hayas perdido de
vista en este panfleto con toda esa crítica a los miembros de las cofradías. Se
trata de tu afirmación: «Solamente
cuenta su intención».
Puesto
que reconoces este principio, debes guardarte de no caricaturizar la intención
de las gentes, sea cual fuere sea la naturaleza de lo que emprendan, pues sus
actos podrían muy bien estar únicamente consagrados a Allah – exaltado sea .
Bujari y Muslim han reportado este hadiz: “En verdad los actos no valen sino es pos
sus intenciones, y cada uno tendrá según lo que él pretenda. Quienquiera que
emigre por Allah y Su Enviado, su emigración le será contada como tal…[9].
Se ha transmitido asimismo el siguiente hadiz, relatado por Abu Hurayra: “El
día de la resurrección, es la intención lo que será tomada en cuenta”.[10]
He aquí el fondo del problema, para todas las cuestiones de ‘iytihad o de casos
de divergencia. En efecto, todo creyente hace cuanto puede para aproximarse a
Allah – exaltado sea - : todo depende pues de la intención como ha sido dicho.
Continuas
este capítulo citando una serie de hadices los cuales explican la más pura
doctrina de la Unicidad divina, como su palabra – sobre él la plegaria y la paz
- : “Cuando
pidas, pide sólo a Allah; cuando busques refugio, busca refugio en Allah…”[11]
Estos hadices son aquellos los cuales constituyen el eje mismo del sufismo, en
cuanto a mí respecta, no veo nadie más aplicado en preservar la pureza de esta
doctrina que los sufís – que Allah esté satisfecho de ellos. Sus escritos son
los testigos más equitativos, y quienquiera no se apresure a adquirir su
ciencia no podría garantizar totalmente la pureza de su concepción de la
Unicidad divina. Es por esto que el Imam de la comunidad de los sufís,
Abu-l-Hasan al-Shadili – que Allah esté satisfecho de él -, ha dicho: “Quienquiera no se apresura a adquirir esta
ciencia que es la nuestra muere perseverando en los grandes pecados”.
Explicas
seguidamente que el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – ha prohibido las
visitas a las tumbas en los primeros tiempos del Islam: «Ciertos sabios dicen que el Profeta – sobre él
la plegaria y la paz – ha prohibido la visita a las tumbas al principio del
Islam porque en tiempos de la ignorancia preislámica, los árabes veneraban y
quizás llegaban a adorarlas. Esta prohibición tendría como fin el purificar los
corazones de los creyentes de cualquier elemento de idolatría. Sin embargo,
cuando la fe monoteísta estuvo bien enraizada en ellos, la visita de las tumbas
fue autorizada.»
Es
esta una hipótesis probable. Otra posibilidad me viene a la mente: el Profeta –
sobre él la plegaria y la paz – puede ser que hubiera prohibido la visita a las
tumbas al principio del Islam porque ninguno de los politeístas quienes estaban
enterrados en ellas lo merecía. Cuando las tumbas estuvieron repletas de
musulmanes y de mártires del Islam, fue autorizado el ir a buscar la bendición
inherente a estas tumbas y el permanecer a su lado, de manera a esclarecer a
los creyentes y a título de recuerdo – y Allah es más sabio.
Pero
tu vienes a establecer una nueva regla: «Allí donde la ignorancia se generaliza, no queda otra
cosa de la ciencia que su nombre, donde la fe se ha debilitado por la creencia
de que el chayj visitado puede dañar o ser útil, la visita está prohibida para
el común de los musulmanes, pues son las creencias de este tipo las que
determinan el carácter autorizado o prohibido de dicha visita; por no hablar de
la promiscuidad entre los hombres y las mujeres, las mujeres y los jóvenes, que
constituyen con frecuencia el objetivo real de estas visitas.»
Este
pasaje constituye una confesión pública por tu parte: estimas pues que es
posible el cambiar el estatuto legal de un acto, prohibiendo lo recomendable o
cualquier otra alteración de este género[12].
Es de temer que con tales pretextos, la religión de Allah caiga entre las manos
de personas ligeras, quienes modifiquen los estatutos de la religión cuando les
parezca vagamente que la causa original de un estatuto haya dejado de existir,
o a la inversa, que un elemento inexistente en el origen constituya una causa
nueva. ¡Allah es testigo! Estos sufís cuyos actos relatas, ¿han permitido
aquello que está prohibido o prohibido lo lícito? En realidad, sus solas
modificaciones de este género (si lo pudiéramos considerar así) son mucho más
insignificantes que esto; ellas consisten, por ejemplo, en autorizar las
reuniones para invocar a Allah diciendo en voz alta: “No ha divinidad sino
Allah”, así como otros actos del mismo género. Tú pretendes que sus prácticas
son innovaciones que extravían, mientras que aquello lo cual tú afirmas en este
pasaje no puede ser calificado de otra manera que de “innovación”.
Justificas
la prohibición por el hecho de que la masa cree que el chayj visitado puede dar
o privar – es lo que tú acababas de enunciar – y otras convicciones del mismo
orden. Por mi parte, considero que no existe nadie en la comunidad quien pueda
creer una cosa tal. El común de los creyentes tiene simplemente la convicción
que existen intermediarios entre Allah – exaltado sea – y ellos, a quienes se
puede recurrir en los momentos importantes; y si tú pretendes poder pasarte sin
ellos, él no estima haber alcanzado el grado en el cual dichos intermediarios
se vuelven inútiles. De esta manera, tiene recurso a aquellos quienes están más
próximos a Allah que él mismo lo está.
En
cuanto a esta mezcolanza de hombres y mujeres la cual consideras como una causa
suplementaria de prohibición, habrías debido hacer de ella la única causa de la
prohibición de la visita a las tumbas, considerando que ésta, lejos de ser
absoluta, es consecuencia simplemente de esta mezcolanza. Es cierto que es
necesario prevenir contra esta práctica cuyas consecuencias negativas son
evidentes: la promiscuidad de hombres y mujeres constituyendo por sí misma un
peligro para la élite; ella lo es “a fortiori” para el pueblo.
A
continuación, tratas de probar como la visita a las tumbas es inútil apoyándote
en las palabras de Ibn Arabi al Hatimî: “El difunto no puede ser de ninguna
utilidad, pues ser útil es obrar; ahora bien, su acción ha sido suspendida.” No
es pues a consecuencia de que las condiciones necesarias no se cumplen que
prohíbes la visita, sino más bien porque el difunto no puede servir; es
evidente, sino no habrías invocado el testimonio de Ibn Arabi. Ahora bien, yo
no digo que él se equivoque diciendo esto, sino, al contrario, afirmo que tú no
has comprendido aquello lo cual él quería decir. Efectivamente, el difunto no
puede servir desde el punto de vista de la educación del discípulo y de su
progresión en la vía de Allah, las cuales precisan el frecuentar un maestro
espiritual conocedor del camino espiritual, frecuentación ésta la cual es una
condición de la vía.[13]
Sin embargo, la utilidad para ir hacia Allah – exaltado sea – de los
intermediarios e intercesores quienes son los mejores de Su creación, así como
la bendición inherente a sus tumbas, son cosas bien establecidas por la Ley
revelada. Más aún, si el legislador nos ha autorizado a buscar la bendición y
la mediación de lo que es inanimado, como la piedra negra, la casa sagrada y
otras cosas del mismo orden, no es precisamente para prohibirla cuando se trata
de espíritus puros y cuerpos luminosos. ¡Por Allah!, procura no intentar ver en
las palabras de Ibn Arabi una afirmación de la inutilidad de los muertos. En
efecto, esta cuestión de la mediación y de la bendición inherente a las tumbas
no concierne solamente a los santos, sino al conjunto de las personas a quienes
Allah ha gratificado: los Profetas, los Verídicos, los mártires y los Justos
(salihin). ¿Ignoras que Allah – exaltado sea – ha revelado a aquél quien es el
apogeo de su gloria: “En verdad, tú eres
un mortal como ellos”[14]?
Como
puedes constatar, tu interpretación de las palabras de Ibn Arabi nos parece
errónea. Pero, de todas formas, éste discurso tuyo no podría encontrar eco en
las gentes de la Tradición. Estos últimos no cesarán de respetar a los
antiguos, de buscar la bendición inherente a sus tumbas, así como su mediación,
hasta el día en el cual no haya nadie más sobre la tierra para decir: “¡Allah,
Allah!” conformemente al hadiz.[15]
Sea
como fuere, ya veo que cumples bien con tus obligaciones, pues después de haber
difamado a ultranza a los miembros de las cofradías, prevenido contra su
frecuentación, y tratado de probar el cómo encontrarlos en vida no sirve para
nada, has temido que algunos llegaran a imaginarse como visitarlos muertos
podría tener un interés cualquiera que fuere: he aquí pues el motivo por el
cual has citado a Ibn Arabi. En resumen, tu panfleto trata de demostrar el
hecho de que ellos no sirven finalmente para nada: ni vivos ni muertos. Siendo
esta tu apreciación, sabe que la de Allah es mucho más elevada.
[1] Desaforado ataque del Imam
tunecino, el cual seguramente representaba una avanzadilla del ejército salafista.
Esta doctrina está haciendo estragos actualmente en una parte de la juventud
musulmana. Su semilla es sembrada en el campo “virgen” de un desconocimiento
absoluto de la verdadera doctrina del Islam y abonada por la sinrazón más
primitiva. Esta obra del chayj al-Alawi puede ayudar a poner el orden allá
donde existe confusión y desconocimiento.
[2] Corán: 39 - 15
[3] Kanz 34483
[4] Corán: 38 - 86
[5] Esta demostración tan simple
denota de la escasa capacidad intelectual de aquellos quienes destruyen su
inteligencia y perspicacia naturales, siguiendo las tesis wahabitas y salafis.
[6] Se trata de una prohibición
únicamente dirigida al hombre, no a la mujer, la cual puede vestirse con seda y
adornarse con objetos de oro, a diferencia del hombre.
[7] “Antes os prohibía
visitar las tumbas, pero ahora visitadlas”
[8] Corán: 38 - 23
[9] Kanz - 7263
[10] Kanz 7242 a 7245
[11] Doctrina del Tawhid (Unicidad
divina). Ver las notas del Anexo.
[12] El estatuto legal de los actos,
según la Ley islámica, se encuentra entre una de estas cinco divisiones:
Obligatorio, recomendable, desaconsejado, prohibido e indiferente.
[13] El chayj Mawlai al-Arabi
a-d-Darqawi decía lo siguiente: “…Efectivamente he visto muchas gentes quienes
se vinculaban al célebre santo conocedor
de Allah, Abdul Qadîr al Yilani – que Allah nos haga aprovechar de él – y que
pretenden que él es su maestro, mientras ellos están en vida y él – que Allah
esté satisfecho de él – está muerto. Si la finalidad en esto es el beneficiarse
de la misericordia divina, desde el punto de vista de su amor y apego por él,
pensamos que una tal intención es loable y que no se puede esperar de ello sino
un bien: la intención da valor a los actos como dice el hadiz: “En verdad los
actos no valen sino por las intenciones y cada uno no tendrá sino aquello lo
cual él pretendía. Si, al contrario, actuando así, ellos pretendían los mismos
fines que las personas quienes se vinculan a los santos, a fin de que estos
últimos les ayuden a aproximarse a su Señor – esta es la función de los santos
vivos -, mientras que solamente un ignorante puede engañarse de tal manera. Si
ello fuera así, Mawlana, el Enviado de Allah – sobre él la plegaria y la paz –
nos bastaría a todos, pues no hay persona más digna que él para ocuparse de los
asuntos de las gentes…” (Carta número 17).
[14] Corán: 39 - 29
[15] “No llegará la hora mientras haya alguien en la tierra quien diga:
¡Allah, Allah!”. Kanz – 38485.
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