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sábado, 2 de abril de 2011

La poquedaz de este mundo (Dunya)

Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim

Allahumma salli ‘ala sayyidina Muhammadin ‘abdika wa rasulika nabiyyi-l-‘umiyyi ‘wa ‘ala ‘alihi wa sahbihi wa sallimu taslima.

Leyendo un libro de hadices he encontrado la siguiente perla:

Dos embriagueces os alcanzan: La primera es el deseo de vivir muy plenamente vuestra vida, y la segunda es el amor el cual os conduce a la ignorancia. Si caéis en ellas, no aconsejareis lo recomendable y no prohibiréis lo censurable. Y aquellos quienes se adhieren escrupulosamente al Libro y a la Sunna se asemejaran a quienes os han precedido entre los Emigrantes y los Ansar”. (Relatado por Abu Na’im de ‘Aisha)

. Alcemos ahora la vista y miremos a nuestro alrededor, comenzando por nosotros mismos, preguntándonos cual es nuestra situación y la de aquellos quienes nos rodean con respecto a las verdades expresadas en este hadiz, y sobre todo, no nos engañemos. Pero antes, y para completar el hadiz anterior, citemos éste otro:

“El hombre de Allah es aquel quien vive para este mundo como si fuera a vivir siempre en él y trabaja para el ‘ajira como si fuera a morir mañana mismo”

Aparentemente existe una diferencia de perspectiva entre este último hadiz, sobre todo en su primera parte, y el anterior, pero no es así. Antes bien, este último hadiz, si lo consideramos bien, completa el precedente. El hecho de vivir en este mundo como si fuéramos a estar siempre en él, significa que nos debemos de dar en cuerpo y alma a nuestras obligaciones, las cuales, como siervos de Allah, estamos avocados a llevar a cabo en este mundo. Dichas obligaciones son el ganarse la vida con honradez, el educar nuestros hijos y darles un futuro, el cuidar de nuestra familia, fundamentalmente a nuestros/as esposos/as, a nuestros padres e hijos, y ayudar al prójimo en las cosas necesarias para pasar la vida. Teniendo siempre en cuenta en que esta vida es un examen para ser recompensados o castigados en la otra.

Es así pues que debemos de preservarnos a nosotros mismos, a nuestro entorno, al resto de los musulmanes y al resto de los seres humanos y otros, de los peligros de este mundo y del incumplimiento de las órdenes y recomendaciones de nuestro señor. El cómo debemos ocuparnos de aquello lo cual acabamos de mencionar, lo explica la segunda parte del hadiz:

“…trabaja para el ‘ajira como si fuera a morir mañana mismo”.

Allah (ta’ala), a través de las palabras del Enviado – sobre él la gracia y la paz -, nos previene contra la avidez en perseguir con intensidad los “placeres” de la vida (Dunya). La persecución de dichos placeres embrutecen al ser humano y nublan su inteligencia; es más, le convierten en un ser caprichoso y jamás satisfecho. Un hombre así no puede considerar las cosas con equidad y equilibrio. Su inteligencia se nubla y su corazón se vuelve como una roca. Un ser humano tal, se animaliza paulatinamente, no quedando con el tiempo de su humanidad, que el recuerdo de una extraña fragancia cuyo antiguo aroma nos ha abandonado, pudiera ser para no volver jamás.

Hermanos y hermanas: debemos ser conscientes de que nos ha sido concedida una sola vida. Dicha vida ha sido colocada en nuestras manos como una ‘amana (responsabilidad) para hacer con ella el bien y entregarla a nuestro Señor limpia de maldad y de falsedad. Antes de comenzar un asunto, pongámonos en las Manos de Allah, sea mediante la Istijara en caso de duda, sea considerando el asunto dentro del marco extraordinariamente inmenso del Islam. Tendremos la respuesta, debemos estar seguros.

Huyamos las especulaciones, pues el lapidado lo que más ama es el mezclar la mentira con la verdad. Seamos una Rahma (misericordia) para todos aquellos quienes nos rodean: personas, animales, vegetales, minerales y el resto de seres.

Demos queridos/as hermanos/as, pues dar nos ennoblece, y la nobleza adorna la inteligencia. Abandonemos la arrogancia y el ser pagado de nosotros mismos. Y para esto último, y saber que no somos nada, recordémonos en el lecho cuando estamos enfermos. En este estado imploramos a nuestro Señor y pedimos ayuda a nuestros próximos. Cuan débiles somos! Recordemos este hadiz:

La mano de quien da es mejor de la de aquel quien toma.

Cuan indescriptible placer y alegría es dar! Tu mano se ennoblece, tu corazón se agranda cada vez que tu mano se abre para dar. Si supierais amigos que medicina es dar? Tu mano se aligera, tus bienes se purifican, tu corazón se alegra y se vuelve generoso. Gran secreto hay en este acto! No pensemos nunca que poseemos algo.

Consideremos las posesiones como una entidad prestada por algún tiempo únicamente con el fin de ser probados y de ser agradecidos con los favores del Inmenso. Si admiramos la belleza de la Dunya, consideremos que Allah es El más Bello (Yamil), tengamos en cuenta así mismo que la belleza de este mundo no es más que un reflejo de de la enorme belleza de Aquel Quien ha creado los cielos y la tierra. Hadiz:

Si una de las mujeres del Paraíso, sacara su mano de él para mostrarla en este mundo, éste se iluminaria solamente con su esplendor.

Fijaos cuanta belleza y cuanto bien nos tiene reservado nuestro Señor. Cuan pequeño es nuestro mundo, aunque fuera considerándolo en todo su esplendor. Nuestro Señor tiene mucho más. Sus tesoros son inagotables y Su recompensa en tan inmensa que nadie en los cielos y la tierra puede ni siquiera concebirla.

En una ocasión, cuando alguien se encontraba doliente de su última enfermedad, le dije:

Después de pasarte toda tu vida luchando, qué has ahorrado para la otra vida?

Que Allah nos ayude a pasar esta vida con dignidad y grandeza de corazón. Que El nos muestre el camino del amor entre los musulmanes para así poderlo mostrar al universo entero. Que El nos haga generosos, bondadosos, valientes, verídicos, nobles y sinceros.

Salam

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